concierto de Aranjuez

sábado, 12 de septiembre de 2015

CONTRALUZ



En una ardiente tarde de verano en un balneario de la costa, un anciano camina por el ancho bulevar donde unas mesas esparcidas sobre el mismo invitaban bajo un palmar beber algo refrescante para aliviar su sed, sus pasos son lentos cansino como si algo lo oprimiera, su espalda algo doblada por los vientos de los años su rostro surcado de arrugas, hay tristeza en su mirada de este longevo individuo.


Súbitamente se levanta ensimismado en sus pensamientos no escucha al mesero que le habla y se dirige rumbo a la costanera, ¿Que misterio esconde su mente? Nunca lo sabremos por que al llegar a la costanera queda hechizado, frente a él la naturaleza en su máximo esplendor, el ocaso en un diáfano atardecer, se descalza el pantalón hasta la rodilla y comienza a caminar sobre la blanca arena para llegarse a la orilla y que la ola acaricie sus pies.

Observa el mar azul que luego se torna verdoso, en el horizonte el sol se confunde con el mar un privilegio para pocos envidia de pintores y poetas, más allá rompen las olas contra unas piedras levantando una salobre gran espuma, en ese brillante atardecer un barco se cruza entre el sol y el anciano y como una fotografía lo ve a contraluz solo su silueta, se borran la nitidez de sus bordes tampoco los colores es un obscuro navío.

En sus retinas han quedado grabadas infinidad de vivencias y en su mente los recuerdos,  que al igual que ese barco muchos son siluetas quedan las alegrías y las otras las tristezas solo sus contornos sin nitidez, lo mismo como una fotografía en blanco y negro que con el tiempo se tornan amarillas y luego poco a poco se esfuman.

Mientras la tarde caía el sol parecía que se hundía en los brazos de ese mar el cielo azul se trasformaba de un color rojizo, las sombras de la noche va tendiendo un manto negro la oscuridad lo alcanzó y el anciano caminó sobre la blanca arena comenzando su regreso, ya su tristeza ha desaparecido en esa tarde encantada.


alejandrobojor@gmail.com..........ALEJANDRO CAPLAN



jueves, 3 de septiembre de 2015

CARRUSEL DE ILUSIONES



Llegó con el lujoso nombre de carrusel de pronto se trasformo en tiovivo más tarde la conocimos con el popular nombre de calesita, poco importa si su origen fue hace mucho tiempo, poco le interesa a la alegría de los niños dando vueltas a sus sueños.


Hay un hombre maduro cruzando una plaza donde entre sus árboles se esconde una calesita, lleva prisa pero la música lo transporta a su infancia cuando queriendo imitar a lo que veía en la pantalla, saltaba sobre el caballito de madera emulando al Zorro o al Llanero solitario.

Calesita de barrio pobre, donde Don José el propietario de la misma era el encargado por unas monedas transformarlas en un boleto de colectivo para otra vuelta, encargado de la sortija encastrada en una madera que parecía una calabaza, el que sacaba la sortija tendría una vuelta gratis este hombre maduro sonreía nunca pudo atraparla.

La vuelta persiste lo que dura la canción que tiene la calesita, que embrujo que hipnotiza a los niños que mientras da vueltas y sus giros da vuelos a sus sueños, y este hombre maduro la nostalgia lo lleva a recordar como en un sueño su infancia se ve como era entonces.

Un chiquillo de pantalones cortos medias tres cuartos las veloces zapatillas azules, junto a sus amigos llegando a la calesita pintada con multicolores una pequeña puerta, alambrada alrededor banquito de madera detrás de ella, y las comadres contando sus cuitas y vigilando a los niños de sus travesuras cuidando no se caigan de esa plataforma rotatoria.

Recuerda aquella vez que concurrió a esa calesita donde por medio de un mecanismo los caballos subían y bajaban simulando el trotar del equino, muy sofisticado para la calesita del barrio de las Latas ese barrio de casitas bajas y recuerdos gratos, de aquel baldío de la esquina donde estaba instalada su calesita.

Hoy esos sueños dando vueltas están en retirada ya no quedan baldíos se han refugiado en las plazas y en los parques, la tecnología lo ha superado otros tiempos otros hábitos,  pero en su retina y en su alma ha quedado ese corazón de niño.

El encargado de la calesita está recorriendo la plataforma vendiendo sus boletos para la próxima vuelta, de pronto ve a un hombre maduro vestido con traje y corbata tomado de la baranda de hierro que va de la plataforma al techo, extrañado le dice Usted que desea yo señor he de pagar una vuelta por que he de sacar la sortija, siempre me fue esquiva y espero que hoy gane una vuelta gratis. 

Hay un hombre maduro cruzando la plaza convertido en niño, está feliz sonriendo ha dado una vuelta gratis y lleva entre sus manos una sortija, esa que le ha regalado el calesitero……..



alejandrobojor@gmail.com ...........ALEJANDRO CAPLAN