concierto de Aranjuez

sábado, 20 de agosto de 2016

SORTILEGIO



Es un mediodía de un caluroso verano un individuo cruza la calle desierta sin saber que alguien lo observa tras un ventanal, el hombre continúa su camino como si supiera donde transita, quien en esa hora con la caléndula se atreve parece ansioso por llegar quien sabe donde, su sombra lo acompaña cada vez más cerca más chica hasta desaparecer.


Su silueta se va agrandando al aproximarse el fisgón cree reconocerlo, aunque su paso es lento su cabeza se ha teñido con cabellos color plata, un invisible viento pareciera empujarlo tratando de inclinar su espalda, es ese que un día se fue después que un desengaño amoroso lo dejó en chancleta. Se marchó a pelearle a la vida.

Se subió al ring de la vida en ese cuadrilátero ganó también perdió la misma lo golpeó  hoy vuelve a sus fuentes los recuerdos apuran sus pasos al barrio que lo vio nacer, recorre las gastadas baldosas que tantas veces pisó un barrio suburbano de casas bajas y adoquinado en sus calles olvidado del mundo, fue creciendo como el caminar de una tortuga lenta muy lenta.


La culpa del olvido la tiene las continuas inundaciones de arroyo que tiene en sus orillas las casas nunca se pudieron vender son las mismas con su misma fachada algunas sin revoque en sus paredes la casualidad quiso que pasara frente a la vivienda de la que fue su amor primero, de pronto se abrió la puerta y la conoció pero se miraron como dos desconocidos dio unos pasos se paró y mirando la pared la vio como era entonces ahora sin revoques en su frente donde una trepadora madreselva va ocupando su lugar.

El hombre va llegando de un mundo de luces de neón un mundo frenético un mundo conflictivo y conflictuado, pareciera que a esta altura de su vida busque un remanso para descansar, va caminando por esa calle desierta del barrio olvidada del mundo su adoquinado por el paso del tiempo se ha deteriorado y han quedado algunos baches nadie transita por ellos.

Solamente aquel anciano curioso que fisgonea escondido detrás de unas cortinas de una ventana lo ve pasar por la vereda de enfrente, y antes de llegar a la esquina donde está el almacén de Quintana y despacho de bebidas donde en sus gastadas mesas cuatro parroquianos juegan al truco, y sobre la barra un habitué va consumiendo su anteúltima copa de licor desaparece se esfuma como si fuera un truco de magia.


Asombrado mira la calle solitaria solamente la sombra de loa árboles acarician su alma en ese tórrido verano, cuando su atribulada mente creyó ver tal vez hechizado, un fantasma sortilegio de su soledad………