Hoy un hombre curtido por los años arrugas en
su frente que al igual que los árboles denota su edad, peregrino de los tiempos
va caminando en ese crudo invierno ha olvidado hacia donde se dirigía los años
la vida lo ha alcanzado, transita sobre un colchón de hojas ocre, y mientras
esboza una sonrisa cómplice por que dentro de su mente sus evocaciones una tras otra se agolpan en su memoria, él
está hilando recuerdos.
Recuerdos de su niñez sus veloces zapatillas
azules ha quedado en el olvido, hoy camina despacio como despreciando el tiempo
arrastra los pies como si el calzado le pesara, o tal vez los vientos de los
tiempos lo hubieran conseguido. Luego de dar vueltas sin rumbo fijo recuerda
cual era su destino, encontrarse como todo los domingos en el bar de Manolo con los amigos cuatro
veteranos arreglando el mundo alrededor de una mesa y una taza de café.
Comparten su tiempo contando anécdotas de sus
años viejos algunas divertidas con sus fotos en blanco y negro, las cuales se
van poniendo amarillentas como queriendo desvanecerse, ahí está el gran
pescador abriendo sus brazos para intentar mostrar el enorme pez que pescó, fue
el tiempo que nuestro personaje comenzó con su historia
Era un tiempo allá a lo lejos que harto de
estar harto halle refugio en un solitario pueblo lejos del mundanal ruido,
pocas casas poco ruido el motor de un auto de vez en cuando el ruido de un
sulky, ladrido de perros en esa época era muy susceptible a perros y gatos
cuando una mañana en el umbral de mi puerta
había un pequeño gatito maullando, pues el pobre tenía media cola cortada tal
vez después de un trifulca.
Me miró a los ojos como implorando que lo levantara sus ojos de gato que por supuesto no hablaba sin embargo sus ojos eso fue lo que decían, lo levanté y lo llevé a ver a un veterinario este lo auscultó y como susurrando casi al oído me dijo tendremos que cortarle la cola si no lo hacemos el animal se nos muere, hice de tripas corazón y como no podía ser de otra manera di el consentimiento.
Lo cuidé nos hicimos amigos yo le daba de comer
y él jugaba con mis zapatos, su pelaje era de un color beige ¿como lo llamaría?
tendría que ponerle un nombre, busqué como mil nombres Cacique, Capitán,
Brillante, no encontraba un nombre apropiado para semejante belleza, un gato de
color beige que en vez de cola tenía un rabito era único y encontré justo el
nombre lo llamé ¡¡ MININO ¡¡
Fue creciendo con el tiempo como mis esperanzas
de volver al terruño, fueron pasando unos años y el minino se fue haciendo
callejero se iba de noche y aparecía al otro día para comer y tratar de
juguetear, más tarde me dí cuenta de sus correrías sus escapadas era a la
panadería de al lado entre carbón y leña tenía su harem, creo que me equivoqué
al ponerle el nombre este tenía que ser ¡¡ JUAN TENORIO¡¡
Los años pasaron todo fue quedando atrás
algunas cosas se olvidan otras van quedando en la memoria, y las ajetreadas
neuronas más viejas más cansadas con sus mochilas cargadas trabajan más lentas,
algunas historias se van diluyendo pero otras quedan grabadas en la mente y en
el corazón.
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