Hacia mucho tiempo que conocía a Juan, no
podría precisar desde que época, pero si que quedó una amistad de que perduró
hasta el día de hoy, las obligaciones de trabajo un poco nos alejó, en un mundo
cambiante, vertiginoso donde se vive presuroso, siempre con los celulares
prendidos, siempre esperando una llamada, una noticia, mirando sin ver, en esos
tiempos nos cruzamos en varias oportunidades, siempre apurados, el con algunas
carpetas, yo con algún oficio, saludos a la ligera con algún brazo extendido,
pero ese verano fue diferente.
De pronto en una esquina, el destino quiso que
nos encontráramos frente a frente, como era verano y no teníamos apuros, era el
momento preciso para entablar una conversación, fuimos a una confitería para charlar
y tomar un cafecito, fue ahí que noté a mi amigo Juan muy acelerado, con una
incontinencia verbal, parecía desubicado, entre otras cosas me dice Ale vos sos
mi amigo, creo que vos me vas entender.
Esto que estoy por contar me sucedió este
verano, la historia comienza como cuatro meses atrás, mi señora me dice que le
gustaría ir a algún lugar de la costa, más precisamente a la Perla del
Atlántico, como hace años que no vamos, por una cuestión u otra, acepté.
Mi
presupuesto es más bien acotado, no podíamos ir a un hotel, más bien tendremos
que alquilar un departamento, y arreglarnos con la sombrilla, vamos unos días y
alquilamos, le dije que iríamos con un micro que salía de la terminal, con el
coche no, por que lo quería poner a punto para salir a la ruta, eso lo haría
cuando saliéramos de vacaciones.
El primer problema surgió al buscar un
departamento, le dí a entender que buscaría uno de dos ambientes, uno para los
dos adolescente de doce y catorce años, que están como se dice, en la edad del
pavo, no saben lo que quieren, con los auriculares colocados oyendo esa música
rockera.
Mi señora se plantó y me dice la nena viene con
nosotros y también la abuela, tiene que ser más amplio, pero la nena tiene que
dar exámenes tiene que estudiar, se puede quedar con la abuela, me dice la
decisión ya esta tomada.
Y para colmo me agrega, la nena tiene ya diez y
ocho años, y anda con mensajitos con un amigovio, y con todas las hormonas en
ebullición no puedo dejarla con la abuela, que no ve más de sus narices, no
señor, la nena viene con nosotros por propia decisión, y mi presupuesto se fue
a las nubes.
Alquilamos en una inmobiliaria un departamento
con vista al mar eso si, para verlo tenías que sacar todo el cuerpo, y girar la
cabeza para poder ver un cachito del mar.
Hice revisar el coche, gomas carburador a punto,
limpia parabrisas, todo en orden según el mecánico que me mantenía el coche, y
si llegó la hora de irnos, se dice que el veraneo se comienza con el viaje, quedé
mudo cuando vi lo que llevaban, no señor no nos íbamos de vacaciones, las
valijas y lo demás era lo más parecido a una mudanza.
No puede ser, no podemos
llevar todo eso, no importa me dijeron, en el baúl del auto, y ponemos un porta
equipaje arriba en el techo y listo, y también entre las piernas eso no es
problema, pese a todas mis advertencias que cayeron en saco roto nos
encaminamos hacia la costa.
La fecha, un primero de febrero, salimos
temprano, pero parece que todos hicieron lo mismo, era un pandemonio, un
tráfico bárbaro, para colmo comenzó una garúa que luego se hizo más intensa, en
tramo la circulación quedó parada, y avanzábamos a paso de hombre, eso me
consumió cerca de cuatro horas hasta la rotonda, una vez que ya salimos a la
ruta, la garúa se hizo más persistente y se transformo en lluvia.
Después de un trecho de andar en el camino, el
hermoso limpia parabrisa que acababa de colocar no funciona, lloviendo y sin el
limpia parabrisa no puedo manejar, con un trapo trato de limpiar el agua
sacando el brazo, es un esfuerzo inútil hasta que divisé una estación de
servicio..
Le indiqué lo que me pasaba ellos dijeron que en el pueblo había un
mecánico, llegamos al taller muy diligente este hombre, me dijo que era un
problema de aceite, así que le colocó un poco de aceite al motorcito y
nuevamente comenzó a funcionar, ya más aliviados salimos a la ruta, y consumimos casi cuatro horas más .
Estaba la ruta pesada, por la cantidad de
coches,y por el aguacero, seguimos en el camino la abuela quiere un baño
¿donde encuentro un baño?, para colmo otra vez el limpia parabrisa quedó parado,
pudimos por fin encontrar un parador de donde yo era socio, para poder
solucionar de una buena vez el problema.
Si señor se lo podemos arreglar pero tiene como
cuatro horas de espera, hoy hay bastantes problemas antes que el suyo me
encogí de hombros y a esperar, unos sándwiches y una bebida para los
hambrientos, por fin había llegado mi turno, lo revisa el mecánico y me dice,
que lo mío es un problema eléctrico, le va a salir un poco saladito pero tiene
limpia parabrisa para rato.
Haciéndola corta, un viaje de seis o siete
horas tardé veinte y cuatro, ya llegando al fin del viaje mi señora me dice,
sentí la brisa que viene del mar esto es vida, yo estaba como gato en bolsa una
vez que llegamos hacía frío, y la mirada de la nena me traspasaba y sentía más
frío, a la prole se le ocurrió ir a tomar chocolate con churros y me llevaron,
es cuando vi como una cuadra de fila para entrar, les dije hace mucho frío para
esperar vamos y comemos una pizza, fue un no generalizado.
Al día siguiente un sol radiante, invitaba a ir
a la playa, y ahí fuimos con todos los bártulos, la sombrilla heredada, pesada
con caño de hierro, pero amplia, las sillitas, la heladerita para mantener
frescas las bebidas y los sándwiches, la lonas para sentarse, era yo quien
llevaba la sombrilla, era yo quien la armaba era yo el que hacía el pozo
profundo para la sombrilla de hierro.
La lona alrededor como haciendo una carpa,
y adentro la abuela para que no tomara sol, no soy adoratriz del sol y a medida
que el sol iba dando vuelta, me escondía en la sombra que daba la sombrilla, lo
que no tuve en cuenta fueron los pies, el médico que me auscultó me dijo que
tenía quemaduras, me recetó una pomada y un medicamento, mi señora que tanto le
gustaba el mar llegaba a la orilla se mojaba los pies y no se movía de ese
lugar.
Nos quedamos quince días y las tentaciones son
muchas los chicos querían helados, y todo lo que ofrecían los vendedores
ambulantes que pululan la playas, tuve que sacar un crédito para solventar
las vacaciones, y para colmo la empresa
me manda a ver a un psicoanalista, parece que estoy muy estresado.
Fui también
al médico, me tomó la presión, parece que la tengo alta me receto unos
medicamentos, y no sabiendo el por que estaba yo ahí, me dice en torno paternal ¡¡Usted necesita para como desestresarse tomarse unos días y una vacaciones en
la costa¡¡.
Lo saludé, encaré el mozo, pagué la consumición,
y me fui más ligero que despacio, lo miré a mi amigo por detrás del vidrio,
seguía hablando solo, nunca se enteró que me había ido, en ese tórrido verano
diferente
alejandrobojor@gmail.com........ALEJANDRO CAPLAN....