En una de esas tardes que el tibio sol de otoño
invita a caminar, me dirijo hacia el parque cercano, como para como se dice
estirar las piernas, y aprovechar para tomar una ducha bajo ese sol, después de
dar una vueltas alrededor de él, el cansancio se apodera de mi cuerpo, justo en
una esquina del parque diviso frente a la plaza un bar, me dije sería bueno
descansar un poco, y de paso tomar un café que a esa hora de la tarde, mientras saboreas el mismo en solitario, juegas
con los recuerdos.
Estaba yo sentado en una mesa, al lado de la
ventana, donde el sol que ya casi se ponía en el ocaso de su día, escucho una
voz conocida, que me dice Ale como te va, hace mucho tiempo que no nos vemos,
toma una silla y se sienta a conversar.
Dentro de la conversación nace una anécdota,
que se la contó un amigo, que se la contó el cuñado, esta a su vez, la escuchó
del primo del cuñado, en fin una ensalada de dichos que nunca la esclarecí, pero
la anécdota en si no era frecuente escucharla, claro cuando se corre de boca en
boca, la misma se agranda, por que alguno la magnifica agregándole algún
bocadillo.
Según lo que comentaba mi amigo, un cierto día
que no precisó, una persona que estaba bajo un profundo stress en su trabajo,
que era la de un profesional de la medicina, su rutina consistía ir por la
mañanas a trabajar en un hospital, al que siempre se lo veía llevando en la
mano un portafolio, y en el brazo una chaqueta, el portafolio era la incógnita
que nunca la pudieron desentrañar, no llevaba nada extraño solamente un
sándwich, una servilleta, y una manzana, eso si es lo extraño, es que luego del
hospital, trabaja en una clínica y entre un trabajo y otro aprovechaba para
comer sus vituallas, sentado en algún banco de plaza.
Ahí no terminaba su rutina, porque prontamente
se dirigía a atender a sus pacientes de su consultorio, que lo esta esperando,
y así todos los días, hasta que sucedió lo que sucedió, en una mañana suena el
despertador, la señora le dice Negro, era su apodo cariñoso, sonó el
despertador, levántate que vas a llegar tarde al trabajo.
El no respondió estaba dormido, la señora lo
zamarreo para poder despertarlo, pero no hubo caso, entonces lo miró, parecía
que sonreía estaría soñando, el hombre continúo durmiendo todo el día, la
alarma cundió entre los integrantes de la familia, y ante tal situación
llamaron al medico, este lo ausculto no encontrando explicación, púes todos los
parámetros eran normales.
Fueron varios días que pasó por esa situación,
mientras tanto varios galenos lo vieron, lo auscultaron, y coincidieron con el
diagnostico del primero, no hay explicación, la medicina no tenía explicación,
ya la familia estaba muy afligida, todos los vecinos se enteraron de la
situación, y comenzaron los comentarios.
De pronto en una mañana, cuando se encontraba
cuidándolo la hija, abre los ojos y como si nada hubiera pasado, le comenta, le
pregunta, que hora es, me parece que voy a llegar tarde al hospital, como está
el tiempo, la hija mirando por la ventana dice muy feo está lloviendo, entonces
el hombre le dice, dile a tu madre que me prepare el paraguas el impermeable y
las galochas, la hija salió de la habitación para avisarle a la madre, lo que
no entendía era lo de la galochas, nunca había oído tal vestimenta, que no era
tal sino que antiguamente cuando se usaba zapatos, y no zapatillas eran unos
zapatos de goma que se colocaban sobre ellos, para que no se mojara el cuero de
los zapatos, esos indicios y otros más, como donde estaba la gomina para el
cabello, se dieron cuenta que el hombre había despertado, pero su mente había quedado
suspendida en el pasado.
Como el hombre no entendía nada, le dijeron que
desde los trabajos le habían dado unas vacaciones, y que mandarían a un medico
para un chequeo general, llega el medico que no es otro que el siquiatra, que
se presenta con un talonario de recetas, como si fuera de la obra social, para
que no sospechara el paciente, luego de un rato sale de la habitación para
hablar con la señora, y muy compungido le explica, he auscultado a su esposo y
no observo nada, claro que habría que hacer estudios complementarios, por lo
pronto no tiene mal de Alzhéimer, reconoce a todos por nombre, no tiene mareos,
tampoco el Parkinson, sus manos no tiemblan, señora no tengo explicación posible.
La desesperación de la familia es tal, que
consultan con curanderos, curaciones de mal de ojo, imposición de manos, cura
en secreto, en fin nadie dio con el
diagnostico, y menos con la curación, suena el timbre de la casa, es el
verdulero que le trae un cajón de verduras, lo hace pasar a la cocina, mientras
van sacando los productos del cajón, el mismo se encuentra con el esposo, y hay
un dialogo muy breve, la señora lo acompaña hasta la puerta, y el verdulero le
dice, mire señora, tenía una manera rara de hablar, el man tiene enredados los
piolines de la saviola, tendría que encontrar alguien que se lo ordene,
traducido sería, señora su esposo tiene las neuronas de la cabeza que se
cruzaron y no reciben las órdenes que le mandan, y sería cuestión de
ordenarlas, después de tantas vueltas el verdulero, recibido en la universidad
de la calle había dado en el clavo.
Aparece un nuevo personaje al que habían
llamado, el sicólogo, era un profesional de alrededor de treinta años, joven,
se presentó vestido impecable, pantalón y saco sport haciendo jugo, una camisa
bien planchada, una barba candado bien prolija, unos bigotes finitos y el
cabello revuelto, desde lejos se veía un sicólogo, traía consigo una pipa a la
cual jugaba entre los dedos, y una libreta
de anotaciones, hizo acostar en un sofá al paciente, tomó una silla y se sentó
junto a él, el paciente hablaba y hablaba el profesional mudo, de vez en cuando
alguna pregunta, después de varias sesiones le habla a la señora.
Señora su esposo está curado, pero no tiene que
trabajar en lo mismo, sino puede tener una recaída, más bien yo le aconsejaría
que estudie pintura, canto, algún grupo de teatro lo que el más le guste pero
no tiene que estresarse, tendría que seguir su recuperación digamos una vez por
semana por ahora, luego si todo marcha bien se irá alargando.
Nuestro personaje prefirió la escritura y ahora
escribe cuentos, esos que había soñado mientras estaba dormido esta es la
historia.
DEL HOMBRE QUE VOLVIÓ---- DE UN SUEÑO
alejandrobojor@gmail.com ...............ALEJANDRO CAPLAN
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