concierto de Aranjuez

jueves, 13 de junio de 2013

UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD

Se encontraban caminando dos amigos que fueron en su tiempo, compañeros de juego allá en su barrio, en su pequeño mundo, se dirigían a sus respectivos trabajos, fue la casualidad que se vieran nuevamente, púes ambos trabajaban cerca, eso quedaba en el centro de la gran ciudad, un gentío, como una calle de dos manos caminaban enfrentados, es cuando uno de ellos dice mira hay va Teo el otro contesta donde, y le responde, esa que camina en sentido contrario, lleva un tapado marrón, sin decir palabra Martín, que así se llamaba uno de ellos, sale disparado hacia la mano contraria, tratando de divisarla entre tanta gente, contrariado y al no poder avanzar la perdió de vista.

Lo que no sabía el amigo era la historia escondida de Martín, es que cuando tenía alrededor de quince años se había enamorado de Teo, ella le levaba dos o tres años más era una bella muchacha de mirada cristalina de grandes ojos color verde, en ese tiempo dos años representaba de ser un imberbe a una joven, además Martín era un ser tímido y nunca pudo la joven, saber lo que sentía por ella, luego de la mudanza no la vio más los caminos de la vida tienen muchas ramas al que de dicen destino, y el destino así lo quiso hasta el día de hoy, cuando ya no importan los años demás o de menos.

Teo que en realidad se llamaba Teofila, nombre que le dieron los padres en honor de una prima de la madre, es que el bebé no puede responder, ya mayorcita siempre fue Teo, desde chica se dedicó a trabajar siempre la veían como una frágil muchacha, podría llevar ese voluminoso libro de tabulación, que parecía más grande que ella.

Con el tiempo encontró su alma gemela, se la veía feliz, contenta, su mirada brillante,  que hiciera que resaltaran sus verdes ojos, fueron años esplendorosos de planes de futuro, consiguió que él dejara el hábito de fumar, que el muchacho lo hizo con mucho sacrificio, transcurría de ese modo su vida.

El destino, siempre el destino, pone obstáculos trampas y en una noche el destino le tendió una emboscada al muchacho, viniendo del trabajo, entra en un callejón para cortar camino hacia su casa, se oye un disparo, pisadas de gente corriendo, después el silencio, de a poco comenzaron a salir los vecinos, una sirena de ambulancia, el que relata lo sucedido es un comisario ya curtido en estas cuitas aún así, sus ojos se le pusieron rojos.

Le dice que el médico de la ambulancia pudo hablar por unos instantes con el muchacho que decía avísenle a Teo, le preguntó que paso, me pidieron cigarrillos les dije que no tenía, yo no fumo, luego se desmayó.

Desde aquel momento la Teo que conocimos desapareció, no visualmente pero su corazón se quebró, quedó partido, su mirada radiante dejó paso a una mirada lacerante,  sus hermosos ojos verdes perdieron sus brillantes, sus pasos ágiles y ligeros, se hicieron lentos como la de un robot, su carácter cambió muy pocas personas tenían contacto con ella.

Su trabajo era en un estudio contable muy importante, donde había abogados y contadores, ella tenía su propia oficina, era una experta en contabilidad, balances, impuestos, le decían la profesional sin título, recibía infinidad de consultas relacionadas, como era lejos su casa al medio día comía una frugal comida traída por delivery luego se dirigía a la confitería de la esquina, siempre que no estuviera ocupada, se sentaba en la misma mesa, el mozo que la conocía, le servía lo que invariablemente tomaba su sabroso y caliente café, que deleitaba con  placer.

La casualidad o el destino quiso que en una tarde, Martín estuviera dentro de un coche del subterráneo cerca de una de sus puertas, tomado del pasamanos, mirando hacia el vidrio de la ventanilla, cuando el coche recorre el  túnel, ese vidrio se convierte en un espejo, justo detrás de él le pareció ver a Teo, su fisonomía no había cambiado y además  llevaba consigo el tapado marrón.

Su perpetua timidez le impidió acercarse, aunque su corazón se aceleró, luego pensó ella no me reconoce, en es instante el subterráneo se detuvo en la estación, la mujer bajó él la siguió a distancia para saber a donde se dirigía, a llegar a la superficie se dio cuenta que era el barrio en que jugaba de niño estaba cambiado, ya no era el mismo, las mismas calles pero no las mismas casas, aquel barrio de casas bajas se transformó.

Como un detective aficionado la fue siguiendo, hasta que llegó a una casa con un gran paredón, en el medio una puerta de madera, se dijo a si mismo, es la misma casa de cuando jugábamos de niños, como para no acordarme, casa antigua, a la entrada unos escalones de mármol, un pasillo hasta una puerta cancel, y a los lados un jardín, de un lado un rosal gigantesco, y del otro un limonero, un patio inmenso, habitaciones contiguas dando al patio, techos altos, y por arriba del dintel de la puerta una banderola.

Pero lo mejor estaba al fondo, donde una higuera cuando daba sus frutos, higos de un color negro y por dentro un color escarlata y dulces como néctar, al cual nos trepábamos había además un árbol de mandarinas, que su florecimiento el perfume de las flores de azahar llenaba toda la casa.


En la esquina había un bar, al día siguiente desde muy temprano se ubicó en él, detrás de un pocillo de café, oteando, esperando que salga y continuar siguiéndola para saber donde era el lugar de su trabajo, se dio por sastisfecho una vez que lo consiguió, al día posterior, tocan el timbre del estudio, por el portero eléctrico preguntan quien es, el muchacho responde, de la florería, se miran extrañados y vuelven a preguntar puedes leer para quien, le responde el muchacho, hay una nota que dice que hay que entregarla a la señorita Teo, todavía no repuestos de la sorpresa, recogen el ramo y se lo llevan a la oficina.

En es momento Teo no se encontraba en la misma, lo dejan sobre el escritorio, era un hermoso ramo de once rosas rojas, cuando llega ella, lo mira sin darle importancia, más luego la curiosidad pudo más, y lee la nota, no sabría decir lo que decía la nota, pero algo agradable le llegó al alma, de ese admirador desconocido, que firmaba Martín.

Días después mientras estaba cenando con sus padres, suena el teléfono atiende su madre  le dice es para ti de parte de Martín, Teo quedo asombrada no conocía al quien le mandó el ramo de flores, aún así atendió el mismo, la llamada telefónica se extendió quedó fechada una cita, que con el tiempo se fue repitiendo.

Hoy la vi de pura casualidad, conducía un cochecito llevando un bebé, dije que lindo el niño, ella lo agradeció con un gracias, en es momento su mirada era radiante, sus ojos verdes brillante, Teo tuvo una segunda oportunidad 


alejandrobojor@gmail.com..........ALEJANDRO CAPLAN.



         

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