Un cierto día de un gélido invierno un
solitario hombre de los largos cabellos canosos, y su rostro curtido por
infinidad de soles y lunas se pasea por la habitación con pasos nerviosos, hace
varios días que este crudo invierno lo retiene en la pequeña habitación, la nieve ha hecho estragos los ha visto por la
televisión.
Recorre las cortinas de su ventana y observa a
través de un vidrio totalmente congelado, la pequeña nevisca que aún continúa cayendo,
un impulso como electricidad le corre por todo su cuerpo se coloca un sobretodo
grueso, unas botas, una bufanda y su gorro de piel, cierra la habitación y el
mismo empujón lo arrastra hacia la calle.
Mientras saborea el café va observando su
entorno sobre la mesa del viejo bar que tantas veces ocupó, desteñida su
pintura algunos parroquianos enfrascados en su juego de dominó, y más allá
sentado en una esquina como escondido en su sombra un hombre, y sobre su mesa una botella de vino y un vaso,
en un momento le pareció conocerlo.
Se animó a pronunciar su nombre en tono muy
alto para que el adormilado personaje despertara ¡¡¡ ALDO ¡¡¡ levantó su cabeza
lo miró fijamente como si viera un fantasma y dijo ¿Tu quien eres? Ese hombre frente a mi me miró y se aferró a su
botella como si fuera su único amigo su compañero, su cabello de un color entre
gris y blanco, desordenado revuelto,
arrugas en su rostro como si el paso del tiempo lo hubiera maltratado como si
lo hubiera abofeteado, su nariz un tinte rojizo, sus ojos verdes de mirada
cristalina de otrora ha quedado en el olvido, su ojos y su mirada se han
opacado por los vahos etílicos del alcohol, alcancé a decir, mi nombre es, no
me dejó pronunciarlo.
Te conozco me dijo tu
eres el flacucho de las piernas largas que corría como una liebre el de las
zapatillas azules.
Este misterioso personaje no se acordaba de mi nombre pero tenía presente mis
veloces zapatillas azules, su voz ronca y carraspera producto del licor y
cigarrillos, estaba frente a una caricatura del amigo de la niñez, un grotesco.
Empapado de alcohol comienza a balbucear unas
palabras incoherentes más luego comienza a contar su historia. Yo era un hombre
trabajador tenía una novia, se llamaba Brisa estaba enamorado siempre haciendo
planes para un futuro, malas compañías me alejaron del camino, poco a poco me
fui distanciando y la caravana me llevó entre juergas alcohol y amoríos
furtivos cuesta abajo.
Pasados los años traté de buscarla me llegué
hasta su casa, un candado en la puerta que era verde ya no tenía color y su
jardín que era un vergel hoy es un yuyal, mustias las flores me indicaron que a
mi suave Brisa la arrastró el viento, jamás la pude encontrar y desde ese
momento toda mi vida fue una calesita sin poder encontrar un rumbo.
Soy un prisionero de dos mundos el del siglo
pasado, el pausado, el del diálogo con amigos, la conversación de la sobremesa,
el por favor, gracias, permiso, y este siglo vertiginoso rápido con nuevas
tecnologías para el confort, celulares tablee inteligentes, este vértigo contagia a sus habitantes
haciéndolos como robotizados, y este no es mi lugar soy como una piedra que
rueda sin saber donde poder descansar.
Mi compañero y amigo es este y señala la
botella de vino no supe que responderle, levanto la cabeza buscando al mozo para que le
traiga un emparedado que creo que no ha comido desde hace varios días no lo veo,
luego de un rato sigue sin aparecer comienzo a levantarme para llegar al
mostrador, camino hacia el cada vez lo veo más lejos, doy vuelta para mirar al
hombre y este ya no esta había desaparecido, poco a poco fueron desapareciendo
las sillas las mesas y el bar, me encuentro como un fantasma en medio de la
calle.
El tibio sol tempranero atraviesa la cortina es
la hora de la mañana, lentamente me voy despertando fantasmas de mi mente han
jugado conmigo toda la noche.
Yo tuve un SUEÑO….un Sueño…..un sueño ……
Alejandrobojor@gmail.com...............ALEJANDRO CAPLAN
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