Era un día de semana cualquiera no me acuerdo
precisamente la fecha ha pasado algún tiempo, iba a hacer unos trámites en la
cosmopolita y vertiginosa ciudad nunca podía adivinar los sucesos que
acontecieron ese día. Como el lugar quedaba en el centro lejos de
donde me encontraba, y se hacía tarde para realizarlos tomé un taxi para llegar
a tiempo el chofer muy afable mientras íbamos a destino quería entablar una
conversación, hablaba del clima la cantidad de automotores que yo respondía con
un si o un no mientras ordenaba los papeles.
Ya casi llegando a destino el taxi se detiene
por un desvío por que estaba cortada una calle, los automóviles se amontonaban
y el trayecto era lento el amable chofer ya se había transformado, y era todo
un caos dimos tantas vueltas que al final llegamos al lugar del primer desvío,
como una noria o una calesita sin música pero con obstáculos, las fichas de taxímetro iban cayendo una tras
otra.
Miro el reloj y el tiempo pasó y no podía hacer
los trámites a tiempo le pagué lo que marcaba el contador y descendí del mismo,
aturdido por los bocinazos las sirenas y el chirriar de los frenos de los
automóviles no sabía donde me encontraba, subiendo la vista un cartel me indica
el nombre de una calle y los nostalgiosos recuerdos me llevan a transitar la
misma.
Recuerdo cuando la caminaba desde niño hoy esta
tan cambiada por lo general mis pasos son lentos por el paso del tiempo, mi
cabeza está teñida de gris pero en ese momento no siento fatiga ni cansancio, mis
pasos son firmes como cuando de chico tenía mis veloces zapatillas azules. En
este lugar había un cine hoy una sucursal bancaria, en este otro la pizzería
que parábamos con la barra, hoy una mole de cemento que se ha devorado las pizzas y la pizzería.
Transitando la calle absorto en mis
pensamientos escucho mi nombre me doy vuelta veo a un señor de cabellos canosos
que me dice ¿tu eres Ale? al
principio no lo reconocí y nuevamente exclama soy Carlos, no lo podía creer han pasado tantos años desde la última
vez que nos vimos, él se ha quedado viviendo en el barrio fue una grata
sorpresa y decidimos entrar a un bar para conversar y beber una taza de humeante
café, frente a frente después de haber atravesado en el tiempo soles y lunas.
De aquella conversación me quedó algo que me
dijo te acuerdas de aquellos jóvenes
quince años me aventure a tener una novia aún la recuerdo, la mirada de la
primer novia que nunca se olvida ni tampoco su nombre que no lo oí nunca más
Diadema, se fue perdiendo poco a poco los caminos de la vida a veces se juntan
y otras tantas se distancia y pasan a ser recuerdos.
La fortuna me sonrió y
entré a recorrer el mundo buscando un poco de paz, y lo encontré en un
atardecer cuando el sol va cayendo en el horizonte de un mar azul en Ibiza, caminar en los frondosos bosques de Boulogne
en Francia me
pregunta, ¿Tu conoces que es un carmen en
Granada España? es un lugar hermoso lleno de paz el frente es una casa común
pero dentro es un vergel de jardines y fuentes y una vista privilegiada al pié
de la Alhambra. Nos despedimos con un hasta pronto pero no se cuando lo
veré espero que pronto.
Luego de esa conversación sigo recorriendo la
calle por que en esa calle trato de buscar lo que era la casa de los abuelos, entre
muchos edificios modernos es extraño que todavía exista una casa centenaria por
el tiempo y centenaria en recuerdos, estoy parado en una esquina desconocida
por lo cambiada doy media vuelta y enfrentada en diagonal está ante mi la
centenaria casa de mis centenarios recuerdos.
Que raro sortilegio tendrá esa casa que hechizo
hizo que la misma esté presente ante mi en esa esquina, se distingue por que la
rodean los edificios modernos la casa de los abuelos tiene en su frente el
balcón de la avenida testigo silencioso de mi infancia, y mi adolescencia los
recuerdos se amontonan como si el tiempo se hubiera detenido.
Una tarde de domingo desde el balcón veía el
adoquinado de la misma y las vías
resplandecientes bajo los rayos del sol, esperando el paso del tranvía que
traía enfervorizados simpatizantes de un club de fútbol con sus cánticos y sus
banderas que rompían por un momento el silencio de una tarde de domingo.
Época de carnaval como disfrazado de chico malo,
lanzaba bombitas de agua a los desprevenidos transeúntes desde el balcón de la
casa grande ¡¡Cuantos recuerdos ¡¡
Noche de casamiento se reunió la familia en esa
casa grande de los abuelos, también como tantos otros fue mudo testigo el
balcón de la avenida, como los caminos de la vida se juntan o se bifurcan mis
pasos se dirigieron en otra dirección, pero ahora estoy frente a él los
sentimientos se entrecruzan y mi alma se estremece. Si parece que me reconoció
hasta me pareció que me saludaba
EL BALCÓN DE LA AVENIDA
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