Desde un ayer como una especie de bruma va
trayendo espirales de recuerdos que mi mente va descubriendo atravesando velos,
hasta llegar tiempo atrás y detenerse para recordar el tiempo de la niñez, fue
que pareciera un siglo cuando conocí al Cholo
Corría la década del cuarenta el año quisiera
acordarme pero las neuronas empecinadas me lo niegan los otoños de la vida se
fueron acumulando, en ese tiempo lo conocí compañero de banco desde la escuela
primaria compinches en un mundo, nuestro mundo que no conocía el estrés
nuestras vidas corrían como los pasos de un minué.
La ciudad se iba expandiendo calles adoquinadas
alumbradas por una luz tenue de un farol que le daban brillo en las noches, al
mismo tiempo que se iba extendiendo algunas calles quedaron sin el adoquinado
en una de ellas vivía el Cholo, una cortada calle de barro veredas estrechas
dos zanjones a cada lado resabio de una época colonial, cerca del arroyo
Maldonado recién entubado casas bajas y flores asomando por las terraza.
Barrio pobre de casas bajas, pantalones cortos
medias tres cuarto zapatillas de goma para los juegos infantiles, las bolitas
al pie del árbol con hoyo y puntera, el balero los picados con pelota de goma,
los amigos de entonces todos con apodos el Bocha cara de Goma el Negro el Colo
todos transpirados, atrás de una pelota con los pantalones cortos y las
zapatillas gastadas de tanto patear.
Transcurridos los años casi llegando a los años
de la pubertad íbamos a la misma escuela secundaria en distintos turnos la
misma amistad, pero encuentro menos frecuentes por las obligaciones de ambos
para ese entonces él tenía un romance juvenil con una vecinita del barrio,
largos paseos por el parque el mismo
banco de plaza.
Esa fue la última vez que lo vi, durante un
tiempo hubo intercambio de cartas. tarjetas postales del mundo donde viajara,
luego se fueron espaciando hasta perder el contacto, es que la distancia trae
consigo el olvido.
Las primaveras fueron pasando también los
otoños, y en el otoño de nuestras vidas un hombre de cabellos de plata, hombre
de fortuna quiere volver a sus fuentes, algunos dicen que tienen saudades
nostalgias del pasado, y emprende la vuelta camina por las calles que caminó
cuando niño las tranquilas calles de antaño han quedado en el olvido hoy son vertiginosas
bulliciosas.
Suena el timbre de la casa una persona de
cabellos plateados pregunta por mi nombre respondo ¿de parte de quien? somos dos personas desconocidas, él respondió el Cholo la sorpresa fue tan grande como
el abrazo de oso sellando nuestra amistad, una larga charla entre mate y mate
contando tantas cosas que habían quedaron en el aire, ahí surgió la pregunta ¿tu te acuerdas de la vecinita que salía
conmigo antes de partir?¿Sigue viviendo en el barrio? con una sonrisa
contesté si vive en el barrio y también
en la misma casa, con un fuerte apretón de manos quedamos vernos pronto.
Rondando una esquina se ve a un hombre maduro
oteando una casa de la vereda de enfrente está igualita de cuando se fue, el
cuidado jardín de frente con sus rosales floreciendo en primavera, instalado en
un bar al lado de la ventana esperaba reconocerla a la que fue su amor juvenil,
de pronto creyó verla estaba cambiada al igual que él al pasar frente a la
ventana una voz se escuchó ¡¡Olga¡¡ la mujer lo miró y también lo reconoció sus
ojos opacos tuvieron en ese instante una brillantez que realzaba su hermosura.
Se fueron caminando tomados de la mano como
cuando entonces tenían sus juveniles años, despacito hablando al oído de tantos
años pasados, como en aquellos años se dirigieron al parque sentados en el
mismo banco de plaza como cuando hacían planes para el futuro.
Ese romance juvenil se ha transformado por obra
del tiempo en un romance otoñal, revancha que da la vida en su girar en el
tiempo, celebremos amigos el Cholo está de vuelta………..
Que triste
y amarga sería la vida sin el dulce sabor de una sonrisa.
alejandrobojor@gmail.com.............ALEJANDRO CAPLAN......