concierto de Aranjuez

domingo, 21 de septiembre de 2014

EL CHOLO


Desde un ayer como una especie de bruma va trayendo espirales de recuerdos que mi mente va descubriendo atravesando velos, hasta llegar tiempo atrás y detenerse para recordar el tiempo de la niñez, fue que pareciera un siglo cuando conocí al Cholo

Corría la década del cuarenta el año quisiera acordarme pero las neuronas empecinadas me lo niegan los otoños de la vida se fueron acumulando, en ese tiempo lo conocí compañero de banco desde la escuela primaria compinches en un mundo, nuestro mundo que no conocía el estrés nuestras vidas corrían como los pasos de un minué.


La ciudad se iba expandiendo calles adoquinadas alumbradas por una luz tenue de un farol que le daban brillo en las noches, al mismo tiempo que se iba extendiendo algunas calles quedaron sin el adoquinado en una de ellas vivía el Cholo, una cortada calle de barro veredas estrechas dos zanjones a cada lado resabio de una época colonial, cerca del arroyo Maldonado recién entubado casas bajas y flores asomando por las terraza.

Barrio pobre de casas bajas, pantalones cortos medias tres cuarto zapatillas de goma para los juegos infantiles, las bolitas al pie del árbol con hoyo y puntera, el balero los picados con pelota de goma, los amigos de entonces todos con apodos el Bocha cara de Goma el Negro el Colo todos transpirados, atrás de una pelota con los pantalones cortos y las zapatillas gastadas de tanto patear.

Transcurridos los años casi llegando a los años de la pubertad íbamos a la misma escuela secundaria en distintos turnos la misma amistad, pero encuentro menos frecuentes por las obligaciones de ambos para ese entonces él tenía un romance juvenil con una vecinita del barrio, largos  paseos por el parque el mismo banco de plaza.

Un cierto día se apareció con cara tristona ojos enrojecidos y soltó la frase dijo con voz temblorosa, Ale me tengo que ir a mi padre del trabajo lo destinan a otro país así fue la despedida de aquel triste día que el Cholo se convirtió en emigrante.

Esa fue la última vez que lo vi, durante un tiempo hubo intercambio de cartas. tarjetas postales del mundo donde viajara, luego se fueron espaciando hasta perder el contacto, es que la distancia trae consigo el olvido.

Las primaveras fueron pasando también los otoños, y en el otoño de nuestras vidas un hombre de cabellos de plata, hombre de fortuna quiere volver a sus fuentes, algunos dicen que tienen saudades nostalgias del pasado, y emprende la vuelta camina por las calles que caminó cuando niño las tranquilas calles de antaño han quedado en el olvido hoy son vertiginosas bulliciosas.

Se llega hasta la calle cortada la de su última morada, esta cambiada la calle asfaltada, no existe más los zanjones algunas casas han quedado como aquel entonces, lo que no ha cambiado son sus veredas estrechas y las historias de un pasado ese que nunca se olvida.

Suena el timbre de la casa una persona de cabellos plateados pregunta por mi nombre respondo ¿de parte de quien? somos dos personas desconocidas, él respondió el Cholo la sorpresa fue tan grande como el abrazo de oso sellando nuestra amistad, una larga charla entre mate y mate contando tantas cosas que habían quedaron en el aire, ahí surgió la pregunta ¿tu te acuerdas de la vecinita que salía conmigo antes de partir?¿Sigue viviendo en el barrio? con una sonrisa contesté si vive en el barrio y también en la misma casa, con un fuerte apretón de manos quedamos vernos pronto.

Rondando una esquina se ve a un hombre maduro oteando una casa de la vereda de enfrente está igualita de cuando se fue, el cuidado jardín de frente con sus rosales floreciendo en primavera, instalado en un bar al lado de la ventana esperaba reconocerla a la que fue su amor juvenil, de pronto creyó verla estaba cambiada al igual que él al pasar frente a la ventana una voz se escuchó ¡¡Olga¡¡ la mujer lo miró y también lo reconoció sus ojos opacos tuvieron en ese instante una brillantez que realzaba su hermosura.


Se fueron caminando tomados de la mano como cuando entonces tenían sus juveniles años, despacito hablando al oído de tantos años pasados, como en aquellos años se dirigieron al parque sentados en el mismo banco de plaza como cuando hacían planes para el futuro.

Ese romance juvenil se ha transformado por obra del tiempo en un romance otoñal, revancha que da la vida en su girar en el tiempo, celebremos amigos el Cholo está de vuelta………..


Que triste y amarga sería la vida sin el dulce sabor de una sonrisa.



alejandrobojor@gmail.com.............ALEJANDRO CAPLAN......

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