El mundo en su eterno girar hace que nuestras
vidas también giren y nos traigan de un pasado historias que van quedando
grabadas en nuestra mente, y que algún nostalgioso o tal vez un memorioso las
traslade desde su imaginativa a nuestros tiempos.
Que contradicción el título de esta historia de
Juan sin nombre como puede ser he aquí la historia. Un suburbio de casas bajas
allá en el tiempo, barrio de inmigrantes con ellos llegaba la esperanza sus hábitos
sus costumbres, casi todos ellos esperaban que sus anhelos se cumplieran su
hijo doctor con chapa en la puerta, como aquel zapatero remendón trabajando
afanosamente para que se cumpliera su sueño.
Un cierto día llega al conventillo de la otra
cuadra el cual tenía el pomposo nombre de casa de inquilinato, una pareja de
inmigrantes con un chiquilín de más o menos de nueve años casi la misma edad
del piberío del barrio, dijo llamarse Juan lo aceptamos se distinguía por ser
el único rubio de la pandilla sin embargo su madre lo llamaba por su apodo eso
ocurrió hace mucho tiempo.
Nuestros juegos eran simples el balero el yo-yo
los interminables partidos de fútbol con la pelota de goma incluso casi al
anochecer hasta que la pelota no se podía ver, con un carozo de durazno
raspando contra las paredes hacer un anillo, juntar paquetes de cigarrillos
vacíos para hacer cinturones, nos encontramos que Juan era pendenciero tramposo
en los juegos pero siempre estaba con nosotros.
Sigue girando el mundo y nuestro tiempo,
marionetas manejadas por el destino han pasado varios años desde la época de
los pantalones largos, y nos encontramos en el viejo bar ese que lo mirábamos
desde afuera, en una de sus mesas organizábamos ese sábado donde ir a bailar,
en ese periodo ya Juan era un apuesto joven y las chicas se le pegaban como
miel, para ese entonces tenía muchas novias pero él no era novio de ninguna su
amor la calle, era su mundo.
Desde pequeño viendo películas decía que el iba
a ser actor, como cuando veíamos en el celuloide a actores de la talla de
Tyrone Power, Robert Taylor, Gary Cooper tanto hizo que se presentó en varios
casting y en algunos quedó por su presencia, como extra.
Mientras tanto con el correr de los años el
grupo se fue disgregando, por mucho tiempo no supe nada de la vida de Juan
hasta que por casualidad encontré a Carlos uno de los amigos que formaban el
grupo, ese encuentro casual terminó en una mesa de un bar él me expresó que
hacía poco le habían dicho que uno de los amigos lo encontró a Juan.
Poco a poco lo fui conociendo nunca un trabajo
fijo fue siempre un busca vida, tenía buena presencia y a su favor muy buen
decir, un día era vendedor en una inmobiliaria, alguna vez estaba vendiendo lapiceras en el
subterráneo, directamente del fabricante él hizo como que no me vio yo hice
como que no lo conocía.
Me apasionaba el fútbol y como tal iba a la
cancha a ver los partidos donde jugaba el equipo del cual era simpatizante, fue
en un invierno hacía un frío intenso las tribunas de madera entre escalón y
escalón corría un viento casi imposible de aguantar sin algo que calentara el
cuerpo.
En ese entonces pululaban en medio de las
tribunas unos uniformados de color verde con su clásico birrete del mismo color,
llevaban un recipiente con una canilla en su parte inferior voceando, café
calentito el café.
Como salido de mi pensamiento uno de ellos se para
ante mi saca un vaso de papel y me sirve un café, y me dice Negro tómalo está
calentito levanto la vista y el que me está mirando es Juan y sigue su camino
voceando, café calentito el café y guiñando un ojo me dice hasta la vista.
El destino quiso que hoy lo vuelva a ver en una
esquina porteña en la calle venía de traje
gira el mundo y nosotros con el volvía a su primer trabajo, la mesa de
un viejo bar fue el encuentro, una conversación amena poco a poco se fue
trasladando hacia los tiempos que nos conocimos teníamos distintos puntos de
vista en relación a lo que se supone ir viviendo la vida me expresa.
La vida la ves y la
vivís según el cristal con que se mire, vos Negro (ese era el apodo con el que me conocían) viviste casi toda la vida enfrascado en el
estudio, y dentro de ese frasco pusiste tus conocimientos, números letras
cuadernos notas libros, y a través del cristal de ese frasco ves pasar la vida nada
te dicen los libros solo unas frías letras donde no trasunta vivencias ni
emociones.
Yo lo veo con otra
óptica el estar conviviendo día a día con la gente, ella trasluce sus alegrías
sus tristezas sus esperanzas eso no te lo dicen los libros, tienes una percepción
especial de cuando te dicen la verdad o cuando te están mintiendo o con una
doble intención.
Quedé como petrificado de este filósofo de estaño y cuando nos estamos
despidiendo me indica en tono de broma tu
fuiste a la primaria la secundaria la Universidad tienes un título y una chapa
en la puerta, yo en cambio pasé muy rápido la primaria la secundaria y me
recibí en la Universidad de la calle.
Sigue girando el mundo y con el tiempo van
pasando los años capaz que más rápido para estos cuatro veteranos, que son los
que quedan de esa amistad de la niñez, se reúnen una vez al mes en el viejo bar
que aún subsistía, cuatro jubilados veteranos con sus cabellos grises tratan de
arreglar el mundo.
Uno de ellos tira un tema y todos opinan, el
tema que están tratando es sobre la educación, la opinión estaba dividida entre
la educación de sus tiempos o la actual, ignorando que el progreso ha superado todo lo
antiguo alguien opinó, que lo actual es más superador que el lápiz Faber o la
lapicera cucharita y la tinta y el tintero pero ese razonamiento para las
pruebas que se hacían para comprobar las sumas las restas la multiplicación y
la división, con solo un clic lo consiguen no razonan.
La conversación fue desviándose a otros temas
cuando dijeron algo de Juan, con el tiempo me había olvidado de él, dijeron
está en un geriátrico y con otro amigo lo fuimos a ver. Preguntamos por él como
no conocíamos el apellido tratamos de averiguar por su nombre Juan, lo fueron a
buscar y vino un desconocido tratamos de averiguar si él era el Juan que
conocíamos pero no era él, fue cuando el desconocido nos dijo que le parecía
que había otro Juan pero todos lo llamaban Scliar, algo sonó en mi cabeza ese
era el apodo el cual lo llamaba la madre, ese era el nombre de un futbolista de
un equipo de aquellos tiempos el que era simpatizante Juan.
Luego de recorrer un largo pasillo llegamos
hasta él estaba bajo la sombra de un árbol en el parque al aire libre no lo
conocimos, ni él a nosotros de su cabellera rubia ni rastros el que estaba
frente era semicalvo con unos hilos de plata sobre los costados, sus ojos verdes
brillante se habían opacado arrugas que representaban la edad que tenía.
Cuando le dijimos quienes éramos se alegró y
nos pusimos a charlar nadie lo visitaba había perdido a los padres El Juan que
conocíamos cambió de rumbo, amigos de la noche porteña lo fueron desviando y
entre noches de juerga y licor llegó a donde llegó, preguntas teníamos a montones una de ellas fue
cual era su verdadero nombre, nos miró y alzando una ceja nos dijo mi nombre es Inocencio era una época que los
padres le ponían el nombre del santo de ese día y yo nací el día de los Santos
Inocentes.
Nos despedimos prometiendo regresar para otra
jugosa charla con el hombre que fue amigo en nuestra juventud……SU NOMBRE ….JUAN
SIN NOMBRE
alejandrobojor@gmail.com ...........ALEJANDRO CAPLAN.
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