Quiero acordarme desde cuando conocí al Colo ya
hace mucho tiempo, en el barrio de Las Latas barrio humilde como humilde su
gente barrio de casas bajas en el suburbio de la ciudad, descendientes de
inmigrantes esos que bajaron de los barcos tal vez huyendo de la pobreza o de
una guerra buscando una esperanza, en los albores del nuevo siglo de mil
novecientos esos que hablaban diversas lenguas, esos que tuvieron el privilegio
de ver nevar por primera vez en Buenos Aires.
El Colo tendría mi edad por lo tanto éramos
amigos de juegos en ese tiempo me llevaba como una cabeza, más alto flacucho
esmirriado y tenía una característica el cabello colorado crespo como motitas y
pecoso, de allí el apodo en general todos teníamos apodos estaba el bocha el negro cara de goma y el Colo, toda
su familia era así altos y de cabellos de color llamarada era genético.
Esta historia es a cuento de una conversación
con un conocido en un casual encuentro, en donde el te acuerdas donde salen
varios nombres de aquel entonces, ahí se nombró a varios y entre ellos surgió
el nombre del Colo después de esa conversación quedé pensativo por que luego de
mucho tiempo lo recordé.
Gente de todo el mundo que llegaba con sus
costumbres sus sabores, una de ellas era que los niños no entraban en la
conversación de los mayores, y más aun era que cuando llegaba visita siempre
había una mesa para los menores alejada de los mayores, costumbres de aquella
época.
Que personaje el Colo vivaz inquieto explorador
de un mundo su mundo, de un desierto sin arena libre como el viento sin
ataduras, no había por ese entonces psicólogos y psiquiatras los chancletazos
de sus padres era el remedio a su conducta.
Un cierto día desapareció todo el barrio lo
busca no lo encuentran desesperación en los padres, es que este aventurero
siendo pequeño se subió a un tren y se marchó, después de muchas averiguaciones
encontraron a un niño perdido en una terminal, por la descripción no era otro
que el flaco y pelirrojo era el Colo en una de sus excursiones
En el barrio de las Latas había dos escuelas
primarias una de varones y otra de mujeres por ese entonces no existían
escuelas mixtas, el Colo entró a la primaria a primero inferior parecía
Gulliver en el reino de los bajitos luego de un tiempo que aprendió a leer y
escribir la maestra con buen criterio buscó colocarlo en un grado ya más
grande.
Fue sorpresa que lo colocaran junto a mi en el
asiento de dos, este personaje nunca estaba atento en clase inteligente pero
indistinto, siempre leía revistas de aventuras el Tony, el Pif-Paf, o el Intervalo revistas de esa
época hasta que la maestra ya cansada tuvo que llamar a sus padres para que lo
corrigieran, un imposible por que vivía su mundo ahí conocí su nombre él Colo
se llamaba Domingo si hasta el nombre es de un día feriado.
Era invierno una mañana bien temprano de mucho
frío cuando me encaminaba a la escuela veo un camión de mudanzas frente a la
casa de mi amigo, la familia se mudaba de ese tiempo no lo vi más entró a ser
recuerdo hasta que este conocido en la conversación lo recordó.
El peso de los años y la fuerza de los tiempos
sobre mi espalda cabellos canosos y arrugas en mis manos no es vejez cuando se
arruga la piel, es vejez cuando se arrugan los sueños y yo todavía sigo soñando,
por esas cosas del destino tenía que hacer un tramite al centro de la ciudad me
encaminé al subterráneo, tremendo rompecabezas donde encajé como una ficha sin
poder moverme hasta mi destino.
Ya estoy en la superficie un gentío que quiere
ganarle tiempo al tiempo con sus teléfonos celulares todos hablando al mismo
tiempo, alucinante imagen del tiempo de una época, más allá unos chicos
alrededor de un hombre alto me acerque para ver un payaso haciendo eso
payasadas y algunos trucos de magia, luego de su pequeña función pasa con una
lata haciendo tintinear las monedas.
El payaso lucía una cabellera roja era pecoso
le dejé unos pesos en su latón miró el dinero con ojos grandes luego me miró sus
ojos se hicieron más grandes y se pusieron rojos y se humedecieron, creo que me
reconoció bajó la cabeza y no dijo nada yo también lo reconocí y me fui sin
decir nada unos pasos más adelante limpié los lentes que se habían humedecidos.
Los caminos de la vida convergen se entrecruzan
y en un recodo del camino, se juntan tarde o temprano, esta es la historia de
un barrio de casas bajas y de un personaje que su apodo era……. EL COLO……….
alejandrobojor@gmail.com.........ALEJANDRO CAPLAN
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