Tratar de iniciar un relato es difícil, y más cuando el que escribe es uno de los protagonistas, de la historia que he de comenzar a relatarles a continuación, hace ya un tiempo bastante prolongado, viendo a mi nieto más chico, tendría como cuatro años o cinco más o menos, cuando la computadora no existía ni en su casa ni en la mía, este pequeño hombrecillo parado en punta de pies, controlaba como un experto los botones de la televisión, hasta encontrar su canal de dibujitos, que yo no me animaba lo manejaba con el control remoto.
Con ojos asombrados mirábamos al chiquillo,
mientras junto a mi esposa con miradas cómplices no lo podíamos creer, luego se
fue haciendo habitual, ya casi llegando a los ochenta, las personas de esa edad
se dicen antiguas, es más distinguido que viejas además lo antiguo es mucho más
valioso que lo viejo, pienso en estas reflexiones, que los jóvenes ya vienen a
este mundo, incorporado en su ADN la tecnología digital pensamientos traídos de
los pelos, por no decir de locura, ellos son los que se dicen ser nativos
digitales.
He podido comprobar, que muchas personas
mayores, se resisten a avanzar sobre lo nuevo, lo desconocido, es el caso de la
nueva tecnología, teléfonos celulares computadoras, teléfonos inteligentes, que
hacen al confort de la gente.
Ya más en la actualidad, viendo al mismo chico
ya más grande, introducirse en el mundo digital como pez en el agua, dije para
mis adentro, como puede ser que yo siendo un profesional, sea un ignorante de
este tiempo, me dijeron y repitieron, a tu edad vas a comenzar a estudiar, no
es la mismo un joven que tu, eso es cierto, no soy una esponja, pero comencé a
tratar de usar la era digital, y me introduje en ella.
Comencé a conectarme con colegas, o cólegas,
como decía un amigo correntino, la máquina no entiende, y me avisa que colega
va sin acento, pero no puedo defraudar a mi amigo correntino, es lógico una
máquina, un robot, no puede distinguir de un estado de ánimo, de euforia o
desánimo, o como este caso, un neologismo regional, un mundo nuevo se abrió ante
mis ojos y mi mente, es la tecnología que te acerca a familia y amigos que se
hallan lejos.
Estaba caminando cuando de pronto comencé con
estas reflexiones, y así fui transitando casi sin mirar a los otros transeúntes,
frente a un comercio de electrodomésticos me detengo, algo que estaba en
vidriera me llamó la atención, mientra observaba siento que alguien suavemente
me toca con su mano el hombro, dí media vuelta para observar quien era, y me
encuentro ante mi a un hombre fornido, grande, no lo reconocí pero él parece
que si, lo primero que dijo fue tu no eres Ale, me sorprendí como el
desconocido conocía mi nombre, asentí con la cabeza, no te acuerdas soy
Rodolfo.
Rodolfo hacía tanto tiempo que no lo veía, para
ese entonces ese hombre que está en este momento frente a mi, era un flacucho
esmirriado, me dice yo te conocí enseguida, tu rostro no cambió mucho, claro
que estas más viejo, pero el pirincho en la punta de tu cabeza te delata, por
fin lo reconocí, la voz no la había cambiado.
Nos dirigimos a una confitería, y café por
medio comenzamos a recordar, y a la vez saber que era de su vida, al momento
comienza diciendo, hace muchos años que me fui ahora en este momento, soy un
turista más regresando a mi barrio, que francamente no lo reconocí, ha cambiado
tanto, en mi juventud me enamoré de una chica pero resultó ser extranjera de
paseo por acá, ella parece que sintió lo mismo que yo, carta va carta viene,
algunos llamados telefónicos, alguna visita a su país, comenzó un noviazgo no
muy prolongado, casamiento y me fui para ahí, donde estoy ya casi treinta años,
con ayuda de algunos parientes, logré salir adelante, hoy tengo tres hijos y
también soy abuelo, todo fue como una aventura, sin oficio, sin profesión, pero
la suerte me ayudó, el idioma no era el nuestro, tuve que aprender el suyo, en
ese momento llega el mozo y pregunta, los señores que se van a servir, fue en
ese momento, que mi amigo dijo una frase casi sin darse cuenta, en un ingles no
tan fluido, para mi dije un café y el señor lo mismo.
Interesante estaba la conversación, que ya casi
se había transformado en un monólogo me cuenta que conoció allá algunos
compatriotas, con los cuales trabó amistad, un día los invitó a su casa, solía
hacer unas buenas empanadas, y también era un muy buen asador, estos amigos le
dijeron, tu tendrías éxito si vendes estas ricas empanadas y el asado, que por
estas latitudes no se concibe, esto es un manjar, estuve un tiempo pensando en
eso, y comencé a probar, la suerte me acompañó, hoy tengo una cadena de
restaurantes dedicados a vender empanadas y asados al carbón.
Después de tanto tiempo regreso como turista,
en es momento vimos en la puerta a un joven alto medio rubión, que oteando
hacia el interior buscaba a alguien, mi amigo lo observó y levantándose le hizo
señas para que se acercara, y me presentó a su hijo, manoteó la billetera para
pagar la consumición, lo frené esto lo
pago yo, ya habrá oportunidad para otro café, mira su reloj, y le dice al hijo,
se nos hizo tarde, nos despedimos con un gran abrazo, hablamos tanto, que me
quedé sin preguntarle en donde vivía,
pero creo que me imagino donde reside, hasta pronto Rodolfo
alejandrobojor@gmail.com
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