El silencio de la noche trae a mi mente sueños encantados, que quisiera que
perduraran y luego se esfuman, traen en tropel, recuerdos que se quedan, el
silencio de la noche, me dicta palabras, que convierto en recuerdos, ellos son
tan transparentes y claros que los estoy viendo como era entonces, un niño.
Por ese entonces un barrio de casas bajas, un chiquillo
de casi doce años, me veo con mi camisa, mi pantalón corto, zapatillas azules,
de pronto aparece en mi mente, como fantasmas, dos personajes ella una mujer de
cabellera rubia, vestido raído, sus mechones sobre la frente, su mirada triste,
extraviada, como queriendo ver sin ver, sus ojos rasgados de un color verde mar,
y en su cara reflejada la angustia, sentada en
algún escalón o parada en alguna ochava, siempre rondando el barrio.
Nunca supimos en nuestro tiempo el por que, fue
mucho tiempo después, ya adolescentes por boca de unos de los tantos memoriosos
del barrio, el nombre de aquella mujer, ella era Nereida nombre exótico y
misterioso, ninfa del mar, un desengaño amoroso abandonó a la razón, por la sinrazón,
en busca del que fue su amor.
El otro personaje era un hombre robusto, que
llegó al barrio, después de una guerra, casi a mitad del siglo pasado, Jonás
era su nombre, un pariente lo recibió en su casa, el pobre Jonás no tenía en el
mundo ningún otro pariente, no hablaba el idioma, solo a media lengua, y era
para pedirte una moneda, y tenía un habito, le gustaba el alcohol, cuando
andaba con unas copas de más era tranquilo, se dice que una persona toma una
copa de vino, si esa misma persona toma dos copas de vino, el vino toma al vino,
y si esa misma persona toma tres copas de vino, el vino toma a la persona.
Ya avanzada la noche me encuentra, con los
recuerdos y sin sueño, ellos me pertenecen ahora es el momento en el cual mi
mente se remonta más allá, y me habla de los amigos de los juegos con la pelota,
los partidos de futbol jugados en la calle, con una pelota de goma, era un
tiempo que no se podía jugar en la calle, pero nosotros seguíamos jugando en
ella, hubo un día que por hacer burla al agente, fuimos a parar a la comisaría
teníamos quien nos avisaba si venía o no, pero la inexperiencia hizo que nos
olvidáramos la retaguardia, quedé atragantado con la gaseosa cuando vi al oficial
Fuimos todos en fila india rumbo a la comisaría,
los vecinos extrañados salían a la vereda para ver que sucedía, es cuando
aprovechábamos a decirles que avisaran a nuestras madres, inflexibles ante los
ruegos, nos ubicaron en una habitación sin ventanas, el cuerpo del delito lo
tenía Mario, la pelota, en la habitación había un armario con patas, la idea
era desprenderse de ella, y la colocamos debajo del armario, he aquí que el
piso del famoso armario tenía un pequeño declive, y al tiempo aparecía la
pelota que una y otra vez, como queriendo hacernos una broma, la mandamos hacia
el fondo.
Después de un tiempo prudencial, se abrió la
puerta, apareció el sargento que nos trajo con unos papeles, y con voz engolada
dice, van a pasar de dos en dos, y le voy a hacer unas preguntas, y así fue,
hasta que le tocó a Rafael y a Carlos,
el sargento pregunta tu como te llamas, Rafael Subi, el sargento lo miró
de reojo como presintiendo algo, y tu como te llamas, Carlos Bajar furioso el
sargento hizo pasar a las madres, que ya habían llegado, y les dijo que los
jóvenes estaban haciendo broma con él, que los reprimiera.
Ellas le comentaron que cuando vinieron al país,
era tanta la cantidad de gente y la pronunciación tan diferente, que los
administrativos del registro civil ponían los apellidos que fonéticamente les
parecía, Rafael Subi era en principio Subiela y de Carlos era Bajarano, no
quedó muy convencido el oficial, de resultas de todo aquello terminamos todos
en el palacio de justicia, donde un juez dándole una filípicas a mis padres,
por el comportamiento del hijo, contento mi padre no estaba por dejar el
trabajo y hasta recibí un tirón de orejas, todo eso por un partido de futbol
allá por los años mozos.
En todo este revoltijo de nombres y apellidos,
las madres tenían razón en lo que contaban, fueron años que llegaban personas
de todo el mundo, el puerto era un gentío en la fotografías de aquellos años se
percibe, el que escribe lo ha comprobado, como fonéticamente los distintos
idiomas pronunciados parecían los mismos, los nombres escritos no, ejemplos hay,
una letra a colocada al final o en el medio, traumaba al portador, un señor
francés de apellido Mangher, con una simple letra a final lo transformaron en
Manghera, en mi profesión tuve infinidad de ejemplos se presenta un paciente le
pregunto su apellido y me dice Saliva¿ mi profesión? Odontólogo me explica que
cuando llegaron sus padres de Oriente su apellido es Sliva pero en el documento
les apareció una letra a en el medio.
El sueño
me ha vencido, los recuerdos desaparecen, quizá mañana otros entren en mi
memoria, será hasta entonces.
alejandrobojor@gmail.com...........ALEJANDRO CAPLAN.
alejandrobojor@gmail.com...........ALEJANDRO CAPLAN.
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