Estuve soñando sueños aquellos que traen
consigo recuerdos, son tantos que se aglutinan con fantasías que a través del
tiempo forman semanas meses y años, los almanaques se superponen arropados por
los años, y es entonces que no alcanzas a distinguir lo real de la ficción.
Los recuerdos se presentan en mis sueños se
acumulan en mi mente, y uno tras otro van cayendo como fichas de un juego de
dominó, con sus puntos blancos y negros. Estoy caminando en las calles de un
antiguo y recóndito Buenos Aires, donde el andar es pausado cansino sin prisa
como en cámara lenta, al ritmo acompasado de un tango, caminando sobre una etérea
nube que se va desvaneciendo hasta perderse de mi sueño.
El espejo me devuelve mi imagen, un chico de
aproximadamente siete u ocho años, camisa pantalón corto y un par de zapatillas,
con las punteras gastadas de tanto pegarle a la pelota, recorriendo las calles
del barrio empedradas, donde el adoquín relucía a la mañana después del rocío
de la noche, barrio de casas bajas y perfume de flores de azahar de un árbol de
mandarinas de un jardín cercano.
Los recuerdos de mis sueños se amontonan y como
esas fichas del juego de domino, andan
cayendo de a una en una y van formando en mi mente figuras, sus puntos negros
recuerdos los blancos la nada, mi mente fantasea con otras imágenes, parece que
estoy soñando sueños y dentro de ellos una figura que me dice ayúdame con esta
valija, el problema es que no podía
cerrarla, para eso tenía dos cinturones al costado de cada lado, mi misión era
sentarme en ella para que se pudiera ajustar los cinturones, creo que nos vamos
de viaje.
Los cuadros en mi sueño se suceden rápidamente
de pronto me encuentro subiendo una planchada de un barco, gente en el muelle
despidiendo viajeros. Estaba emocionado nunca había viajado en un buque, él se va
alejando pañuelos de despedida ya más lejos apenas se podían distinguir, desde
el muelle la gente se despedía prendiendo fósforos, esos recuerdos quedaron en
mi retina, y guardé esa fotografía en mi mente la que emerge en este momento.
Que travesía esa noche atravesando el Río de la
Plata, ese que desde una orilla no se distingue la otra, tan ancho que mirando
hacia el horizonte se encuentra el río y el cielo, ese el de las aguas color
león, ese que une pueblos, el viaje duró toda la noche va amaneciendo y ya se
distingue la silueta de edificios, mi sueño se lleva todo el ensueño. Me despierto queriendo atrapar el sueño que
estuve soñando.
Encuentros con parientes besos y abrazos. con
ojos muy abiertos voy distinguiendo a todos conocidos y no conocidos, exaltado
y al mismo tiempo emocionado alguien me lleva de la mano, cansado en mi sueño
este se va perdiendo hasta hacerse invisible.
Cierto día conozco a un amigo de la familia su
edad no podía precisarla pero ya con unos cuantos años sobre su espalda, los
primos lo llamaban el tío cariñosamente era muy amigable y como estaba de
visita dice, les gustaría un paseo todos
pensamos nos llevará a los juegos del Parque Rodó, y continuación el hombre expresa, este va a ser un paseo que nunca en su vida
se lo olvidarán, he reservado una
mesa en la confitería de la catedral hípica de Montevideo en el hipódromo de
Maroñas, el hombre hablaba entusiasmado, ese fue el momento que nos miramos
nos encogimos de hombros, la ilusión se hizo añicos resignados lo acompañamos.
Una mesa grande redonda nos ubicamos grandes y
chicos, la misma estaba frente a un gran ventanal desde donde se podía apreciar
la pista y la llegada, bajo la confitería una gran tribuna. Me veo en mi sueño
un chico de pantalones cortos dentro de un hipódromo, no se como fue pero ahí
estaba me acerco al ventanal para observar mejor, la cantidad de gente que era
numerosa por la misma pude enterarme que ese día había una carrera que era todo
un clásico.
Este es el momento de la gran carrera el
clásico un murmullo cada vez más estridente se escucha de la muchedumbre, los
caballos están en la pista un arco iris de color con sus chaquetillas, aprontes
y corridas frente al ventanal, por último los participantes se van al final de
la pista ya casi no los veo. En el suelo una hoja tal vez desprendida de una
revista la levanto y la leo, hay una foto de dos caballos uno se llamaba Penny
Post y el otro no lo pude leer la hoja tenía rota la parte superior, solo se
alcanzaba a leer el día y parte del año mil novecientos cuarenta y ahí estaba rota
la parte que faltaba.
Se larga la carrera la multitud ruge ya estoy
viendo a los competidores, se vienen acercando escucho el rugido de la
muchedumbre. Desaparece mi sueño no puede ser quiero ver el final la magia ha
desaparecido, luego pensé esto ocurrió en realidad no puede ser todo transitó
antes de la mitad del siglo pasado.
Todo este relato sucedió un seis de Enero DIA
DE REYES MAGOS
alejandrobojor@gmail.com...........ALEJANDRO CAPLAN
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