Como saliendo de un prolongado letargo, un
hombre de madura edad se orienta en la misteriosa y secreta Buenos Aires. Lo
trae la nostalgia del ayer, camina sin prisa muy despacio, cargando sobre su
espalda la pesada mochila de los años, va transitando las veredas del recuerdo,
su barba blanca sobre su rostro denota sus años.
Los fantasmas del pasado lo llevan como casi
sin querer, a pisar las calles de su antiguo barrio, a recordar a los amigos de
entonces las reuniones en la esquina del almacén, sus pasos despaciosos lo van
llevando hacia allí, su entorno ya no es el mismo todo parece cambiado, de
aquel barrio de casas bajas ya nada queda, la piqueta del progreso la ha hecho
desaparecer.
Como presintiendo que su esquina no será la
misma, aún así se dirige hacia ella como cuando era un joven, se acelera su
pulso está emocionado, espera encontrar a algún amigo o alguien que sepa de
ellos, solo encuentra desconocidos que pasan por su lado sin encontrar
respuesta.
Que decepción su lugar lo ha usurpado un
hipermercado, no se encuentran los muchachos de la esquina toda ha cambiado,
los altos edificios han desplazado a las casas bajas, esas que siempre tenían
flores, glicinas, damas de noche, clavelinas, las enormes moles con muchos
balcones no tienen flores.
Apesadumbrado dio vuelta sobre sus pasos
pareciera que la tristeza lo ha encorvado un poco, más lentamente y mirando
sobre sus hombros quiere retratar en su retina el nuevo barrio el que ayer fue
el suyo. Los recuerdos lo van guiando y poco a poco se acerca al bar en donde
se juntaban los amigos el de Juan, el bar tenía un nombre pocos los conocían
siempre fue el bar de Juan.
Cansado el anciano quiere tomar un descanso el
bar se lo ofrece, al entrar en él una extraña sensación comienza a recorrer por
todo el cuerpo, cuando puede ver que las mesas y las sillas son las mismas de
entonces, las sillas un poco descoloridas por el paso de los años, las mesas
desgastadas de tantos juegos de domino, se sentó en una de ellas y miro a su
alrededor, todo estaba igual el mostrador las mesas de billar sin troneras
donde se jugaba al billar a tres bandas, no lo podía creer se limpió los
anteojos sería verdad o por el intenso calor tal vez una alucinación.
Una lagrima surco la mejilla del anciano cuando
buceando en su memoria, su barrio era un incesante ir y venir de personas era
tiempo de inmigración, y llegaron gente de todas partes del mundo, el barrio
parecía una torre de Babel se escuchaba idiomas y voces, que se juntaban precisamente en el bar de
Juan, pero era voz popular que a ese bar lo llamaran la Legión Extranjera por
todos los dialectos que allí se escuchaban.
alejandrobojor@gmail.com.........ALEJANDRO CAPLAN.
No hay comentarios:
Publicar un comentario