Era una de esas tarde triste lluviosa y fría,
que alguien con unos años encima le sugieren dos cosas, una de ellas es tomar
unos mates con tortas fritas y mirar televisión o tratar de hacer una buena
siesta, tal vez hacer las dos cosas a la vez y ver a través del ventanal caer
la lluvia, oír el sonido de las gotas golpeando sobre la media sombra de
plástico, cayendo sobre el piso formando
burbujas, momento melancólico, ¡¡que traviesa la magia de los recuerdos¡¡.
La magia se desvanece con la resonancia del
teléfono, es que nos invitan a la casa de unos amigos de la familia para una
cena a la que no podíamos rechazar, acudimos con la patrona sobremesa extendida
y entretenida con una buena conversación
con nuestros amigos.
Ellos eran menores ella y él tendrían alrededor calculando a vista de buen cubero que no es mi fuerte unos cincuenta años, bastante diferencia nos separaban sin embargo congeniamos no sabría a ciencia cierta explicarlo pero ahí estábamos, frente a una mesa como comensales de lujo con nuestros anfitriones.
Ellos eran menores ella y él tendrían alrededor calculando a vista de buen cubero que no es mi fuerte unos cincuenta años, bastante diferencia nos separaban sin embargo congeniamos no sabría a ciencia cierta explicarlo pero ahí estábamos, frente a una mesa como comensales de lujo con nuestros anfitriones.
Tan enfrascados en la conversación que casi no
oímos el sonido del timbre, el ¿Quién será? fue la respuesta al unísono de
nuestros amigos, uno de ellos se dirige a la puerta de calle y coloca como
puede un ojo en la mirilla del mismo, y observa a través y exclama es Dani y su
novia.
Nosotros no sabíamos quienes eran, y ellos no sabían que vinieran los hace pasar y nos presenta, es que los recién llegados son unos amigos todavía menores que ellos, así que allí estemos sentados casi tres generaciones con sus presentes y sus recuerdos en una gran y gratísima tertulia.
Nosotros no sabíamos quienes eran, y ellos no sabían que vinieran los hace pasar y nos presenta, es que los recién llegados son unos amigos todavía menores que ellos, así que allí estemos sentados casi tres generaciones con sus presentes y sus recuerdos en una gran y gratísima tertulia.
Uno con más experiencia otros menos pero cada cual con lo suyo, sus sueños esperanzados que se hagan realidad el presente con su tecnología, apasionados con los videos juegos, la Play Station, los celulares la computadora, las tablet, que en nuestra época no la teníamos.
Pero siempre hay un pero exponiendo los juegos de mi generación, quedaron pensativos cuando les hablé del juego de las bolitas agachados frente a un árbol, en el cuadrado de sus límites de tierra con un hoyo en el medio y haciendo puntería con una de ellas sobre otras que se hallaban dentro, no se si lo entendieron pero querían saber más de esas épocas pasadas.
Eran tiempos que en el cine del barrio pasaban
cine en continuado donde daban tres películas, por entonces no había televisión, cuando mi abuela
hacía dulce de rosas, dulce de naranjas con las amargas no sé como la hacía
pero ahora cuando la recuerdo hasta el perfume parece embriagarme
Fragmentos y retazos de una vida contada en
pocos minutos, quedan rondando los fantasmas y los duendes de ese pasado
transcribirlos todos se hace imposible, los anfitriones tuvieron una visión de
ese tiempo ya habrá en algún momento cuando los duendes me lo permitan
proseguir este relato………
alejandrobojor@gmail .com..........ALEJANDRO CAPLAN.
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