Fue en un día ya hace mucho tiempo una jornada
como cualquier otra creo que era época de primavera, la copa de los árboles
colmadas con sus primeras hojas verdes, los primeros capullos de las rosas del
jardín después de un gélido invierno, la fecha se presentaba radiante para una
caminata dándole la bienvenida a la esplendorosa estación primaveral.
Luego de mi largo paseo matinal me encuentro
sentado junto a una ventana del viejo bar, donde el sol caprichoso se asomaba
para iluminar mi rostro mientras saboreo un café, el diario me va trasladando
noticias mientras no se por que mis neuronas están en otra sintonía,
atravesando distintos soles caminando distintas estrellas, pensativo y
abstraído del mundanal ruido.
Refugiado en mis pensamientos el mozo me hace
salir de ese letargo cuando me pregunta ¿el
señor se sirve algo más? mi reacción fue pronta otro café, miro a mi
alrededor hay varia mesas algunas vacías y otras con comensales, una de las
mesa me llamó la atención dos parroquianos que se encontraban detrás de mi mesa
hablaban tan alto que los podía oír perfectamente, ellos pensarían que su
conversación sería como un murmullo, con disimulo di vuelta la cabeza para
observarlos mejor.
Juan que era uno de ellos dijo vivo solo en un monoambiente mi hija vive en el exterior con su esposo y los nietos, tuve que aprender computación y los veo seguido por medio de ella, enfrascado en la conversación vieron llegar al que faltaba, el recién llegado los saluda sin decir palabra le preguntan por que no habla, el le hace un gesto con el dedo se apunta a la garganta y moviendo la cabeza, un no, es su respuesta es que el hombre estaba afónico había perdido el habla.
Llaman al mozo y abonan la consumición uno de
ellos se levanta para pagar cuando de pronto el otro lo toma del brazo y dice
más alto este lo pago yo, y comienza un forcejeo casi sin sentido como dos
chicos, el mozo espera paciente de resultas la cuenta la pagó el mudo,
atraviesan la puerta de entrada y pasan del lado de mi ventana todavía
discutiendo, yo que ya había entrado en el túnel del tiempo recordaba en mi
niñez esas películas cómicas de los hermanos Marx, si eran tres y el mudo
estaba con ellos.
Con paso lento se dirigen hacia el parque se
parecen a una carreta tirada por bueyes, enfrentados a una época diligente y presurosa
como un automóvil circulando vertiginoso, personajes que miran sin ver con un
celular en la mano con una carpeta en la otra, loca carrera por llegar quien
sabe donde.
Mis pensamientos vuelan hacia el pasado,
mirando desde el ventanal del viejo café los recuerdos llegan como si
estuvieran aquí y ahora, oigo el sonido de una radio que el éter transporta la
música de un tango la magia me lleva poco a poco a esos años, la realidad me
devuelve al presente con sus tristezas y alegrías, esta mesa, un café, el
diario, el sol las flores, ha llegado otra vez la primavera una más de mis
tantos almanaques.
alejandrobojor@gmail.com...........ALEJANDRO CAPLAN
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