Estando próximos a un nuevo año las calles de
la gran urbe se ve envuelta por una inmensa masa de caminantes presurosos
inmersos en el vértigo de la gran ciudad, las vidrieras lucen sus mejores galas
peatones llevando paquetes quizás algún regalo, es el tiempo de reunirse la
familia para festejar el nuevo año, dejando atrás el ropaje del viejo con sus
recuerdos sus risas y llantos sus alegrías y penas para recibir con ilusiones y esperanzas
alborozados al recién llegado.
Fue un fin de año de ¡ Que importa el año? no
viene a cuento, ya estando instalados con mi esposa en la casa grande de la
gran terraza de la gran parrilla, decidimos que para ese fin de año hacer un
asadito invitar parientes y amigos total teniendo la terraza grande podrían caber todos.
Para dar realce al pequeña fiesta de fin de año
encontré en el viejo galpón una hilera de lucecitas de colores que atravesarían
la azotea, luces blancas rojas verdes arrumbadas desde hace tiempo pude
comprobar que funcionaban perfectamente.
Con el entusiasmo no nos dimos cuenta que para
tal circunstancia necesitaríamos como tres o cuatro mesas por los invitados era
imposible subirlas por la pequeña escalera, no me acuerdo de quien fue la idea
pero alquilamos o compramos un tablón de madera que hiciera de mesa y tres
caballetes para sostenerla y un largo banco de madera a un costado de la misma.
Los manteles sobre la misma sujetados por
broches no quedaban muy estético pero practico, poco a poco van llegando los
invitados muchos de ellos fueron dejando su tranquila siesta pueblerina por el
trajinar vertiginoso de la gran ciudad, se encuentran con algunos que hace
tiempo no se veían los abrazos cordiales los saludos de la ocasión, se oye la
voz del asador señores vayan tomando asiento que el asado se pasa, los purretes
correteaban y sus voces chillonas parecían canarios cantarines.
En esa noche de verano bochornosa una suave
brisa va envolviendo a los presentes mientras una música se escucha bajita
dentro del antiguo galpón, y así entre risas y brindis transcurría la agradable
reunión.
Como si un mago en un acto de magia desaparece
los platos, y aparecen una botella de sidra bebidas gaseosas confituras
turrones para esperar la mágica medianoche y el nacimiento del nuevo año.
En el silencio de la noche se escuchan las
campanadas de las doce se descorchan las sidras, las copas se alzan en un gran
brindis deseando salud paz y prosperidad para todos los presentes en el
venidero año, en un momento el cielo se ilumina un espectáculo le luces y
colores se presenta ante los ojos asombrados de los circunstanciales invitados,
los fuegos artificiales era por decir la frutilla del postre.
Lentamente se va cerrando el cofre de los
recuerdos, un espejo me devuelve mi imagen los almanaques de uno en uno se
fueron amontonado casi sin darme cuenta, mi cabello negro azabache se ha
transformado, ahora luzco un blanco grisáceo surcos en mi rostro arrugas en mis
manos, pero siempre cuando llega esta fecha una pequeña luz de esperanza se
crea en mi mente y en mi alma esperando como en aquel día un venturoso y feliz
año nuevo……..
alejandrobojor@gmail.com ............ALEJANDRO CAPLAN