Después de un día agitado y vertiginoso en la
gran ciudad el cansancio se apodera de mi persona y me invita a reposar, pero
el calor me invade los poros dando vueltas y vueltas en la cama me impide
dormir, me levanto medio adormilado y me refugio en el balcón terraza con mis
flores y sus fragancias.
El silencio de la noche y bajo un cielo claro
colmado de estrellas y noche de luna llena, bañado de plata con su luz, me puse a chamuyar
(hablar) con la luna, mariposas multicolores van volando a mi alrededor
duendecillos del pasado, recuerdos que ocultos por los años aparecen en mi
mente como un presente.
Pantallazos de una vida que aparecen como
cuadros de una película, sin un orden los cuadros se superponen unos tras otro
sin una cronología, un hombre sobre una bicicleta, una gorra con visera, un par de tiradores
sosteniendo el pantalón, un par de broches de ropa en su botamanga para no
enredarse con la cadena.
La primera bicicleta el cuadro pintado de un
color rojo para impresionar una lucecita trasera impecable, el niño no sabía lo
que era andar en bicicleta varios profesores el padre un amigo otro amigo, el
primer consejo no mirar las ruedas siempre adelante la varilla del freno, y ya
estaba listo para la primer vuelta manzana, eufórico llega a la meta ya sabía
andar en bicicleta.
Varios días transcurrieron y el chico se
afianzó en su confianza y hasta se animó a largarse en la calle, para ese
entonces casi no había automóviles estos eran muy pocos, quienes conocen la zona lo vieron lanzarse en
declive desde la avenida, pasar por la calle Malabia como una exhalación así
también por Acevedo y llegando a Gurruchaga, justo el único automóvil que pasó ese día se
encontró frente a él.
El automóvil era un Ford del año cuarenta y
siete, más que un automóvil parecía un tanque, el choque fue inevitable al
conductor de la bicicleta se le olvidó donde tenía el freno, el impacto fue
contra el guardabarros del tanque, perdón del automóvil, el niño tenía unas
escoriaciones producto del impacto, no mucho más que después de un partido de
futbol.
La impecable bicicleta de color rojo ya no era
impecable, su cuadro delantero quedó mirando a la izquierda como bizco, la
cadena colgando del guardabarros, el manubrio al revés, el chico se levantó
como si nada hubiera pasado tomó lo que quedó de su bicicleta y se marchó,
pensando seriamente en no tomar más clases de manejo de bicicleta, por supuesto
nunca más tuvo una bici.
Los recuerdos y sus fantasmas me siguen
persiguiendo, las estrellas me hacen un guiño y la luna me alumbra con su luz
de plata, las flores me saludan y me dan las buenas noches, es la hora de
descansar para que otro día pueda chamuyar con la luna……
alejandrobojor@gmail.com ......ALEJANDRO CAPLAN
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