Al igual que un solitario pescador que conduce
remando su bote río abajo buscando si en su espinel ha encarnado un dorado o
algún paty, un solitario hombre maduro de rostro curtido por mil soles arrugas
en la frente cabello canoso de paso lento y cansino, el peso de los años han hecho mella en su
cuerpo va atravesando tiempos y las calles buscando una ilusión, una quimera
encontrar encarnado los sueños en el espinel de su vida.
Calles silenciosas las que hasta ayer eran
bulliciosas unos chiquillos jugando tras una pelota, más allá una niñas con el
dibujo de una rayuela sobre la vereda, con un tejo saltando en una pierna
tratando de llegar al final donde se esconde la palabra cielo, un ir y devenir
de gente las comadres con una bolsa de compras hablando y caminando para
llegarse a la feria que se encuentra dos calles abajo.
Un vendedor de ropa blanca al que todos
conocían como el turco, es que en la gran inmigración han llegado gente de
diferente nacionalidades, españoles, italianos, turcos al idioma lo fueron
transformando tratando de hablar un poco en su lengua un poco el español, así nace el
lunfardo, el vesre que invierte las silabas, el cocoliche, el jeringozo, no solo traen su idioma también sus costumbres
sus aromas y sabores.
El dulce de rosas de la abuela pétalos de la rosa escarlata aterciopelada ya está oliendo el perfume de la rosa, las escapadas de unas tardes de verano a la hora de la siesta con una bolsa de arpillera en el auto del tío llegarse hasta el Tigre y tomar las naranjas amargas que crecen en sus calles para hacer dulce.
Testigo de todas las jornadas épicas de la historia, entoldado en época de florecimiento de glicinas azules y blancas, esas mañanas de izamiento de la bandera en la puerta del colegio los de último año formados en fila de dos frente al pabellón en la calle junto al cordón y las estrofas de una canción. Azul un ala del color del cielo azul un ala del color del mar que hacía estremecer el alma.
Recorriendo recuerdos de pronto se le presenta
ante él el bar en el cual se encontraba con sus amigos de ese entonces, entra
al bar que parece que los años no hubieran pasado se sienta pide un café, ahí
están los habitúes de siempre unos veteranos jugando su partida de dominó, más
allá la mesa de billar todo está como era en aquel tiempo, las sillas y las
mesas gastadas por los años como la esperanza de aquel hombre.
El mozo ya está trayendo el café cuando de
pronto todo se esfuma, los parroquianos, las mesas, las sillas el mostrador, como
si un ilusionista con un sombrero y una varita en un acto de magia los haya
hecho desaparecer, es que el sol de la mañana lo ha despertado que se filtra a
través de las hendijas de la persiana todo fue un sueño una ilusión, pero más que eso fue
una quimera de los sueños………
alejandrobojor@gmail.com.................ALEJANDRO CAPLAN
HERMOSO!
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