concierto de Aranjuez

lunes, 22 de octubre de 2012

TIEMPO DEL TRANVIA


En esta tarde en la cual el sol se esconde, nublado y frío, triste y melancólico, va trayendo fantasmas que se creían olvidados, y como en una nube de humo, recuerdos que mi mente trae, como si el tiempo se hubiera detenido, como en un sueño llegan al galope, vivencias tristes y gratas, de ellas he de relatar las que rescato de aquella época del antiguo Buenos Aires.

La modernidad ha traído consigo el progreso, van desapareciendo los barrios de casas bajas, las grandes edificaciones son su reemplazo, hoy me voy a referirme a esta ciudad cuando se vivía sin estrés, sin smog, y se viajaba en tranvía, más que un viaje, desde la óptica del que escribe, a través del tiempo transcurrido, era un paseo lento, como el del turista que visita, descubriendo a cada paso algo nuevo, deslumbrado por su belleza.

He de relatar lo más fielmente posible un viaje en tranvía, o lo que llamaremos hoy un agradable paseo, lo más memoriosos se acordarán de él, los más jóvenes quizá de oídas era parecido a un coche de tren, corría sobre una vías y sobre su techo un trole que se enganchaba sobre un cable eléctrico, en el había dos personas que lo controlaban uno el guarda que se encontraba en la parte trasera con su uniforme, era el que cobraba el viaje y controlaba para que las personas subieran.

La segunda persona era la más importante, el conductor que nanejaba el vehículo, por medio de un cordel con una campanilla, el guarda le avisaba cuando parar y cuando seguir, por la cantidad de toque de campanillas, se bajaba del mismo por adelante, hasta le hicieron un tango al tranvía, se llama nueve puntos, que eran los de aceleración del tranvía

De pronto los duendes de la fantasía se apoderan de mi, ahora imaginemos un paseo mágico, un viaje en tranvía, dos chiquilines traviesos de un tiempo de pantalones cortos, que tratan de sentarse del lado de la ventanilla, engalanado el vehículo con globos de distintos colores, el pasaje disfruta en un verano caluroso de la brisa que llega aún con su lento andar.

El tranvía me llevó a este lugar estoy con mis padres en el zoológico, que delicia, su lago con los cisnes, más allá los tigres, que enormes los elefantes, jirafas, los monos y sus monerías, es imposible decirlo con palabras, la alegría me desborda.

Otro día es el tranvía que me traslada a la magia del circo, los equilibristas, payasos, el domador de leones, y como última función el hombre bala me deja sin palabras, me pellizco esto es realidad o un sueño agradable, no lo se la sensación de sosiego se traslada por todo mi cuerpo.

Quien si no otro tranvía, es el que me lleva a la costanera, en esas calurosas noches veraniegas, en el tiempo de los tranvías, no existían ventiladores tampoco radios a pila no mis estimados lectores, era el disfrute de las cosas simples de la vida, ahí en sus escalinatas frente al río color león donde se encuentra la fuente de Lola Mora.

La magia me va llevando al pasado, la casa de mi abuela tenía un balcón, en esa calle pasaba un tranvía, en un país futbolero era el domingo el día de los partidos de futbol, sentado en el balcón, el disfrute era ver pasar el tranvía, lleno de eufóricos hinchas que con sus cánticos se dirigían a la cancha.

Existieron otros muchos paseos a lo largo de la vida del tranvía, con sus mágicos viajes, es en ese momento que me sentí el más rico de los chiquilines, no monetariamente pero si el que más disfruté, mi sueño mi imaginación se desvanece y aquí estoy ya maduro trayendo desde mis tiempos a la vieja y misteriosa Buenos Aires. 


alejandrobojor@gmail.com,,,,,,,,,,,ALEJANDRO CAPLAN       




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