En un día de invierno el tibio sol aparece a
ciertas horas, siempre después del almuerzo, es el momento que sus rayos alcanzan a mi
pequeño balcón, y aprovecho para que él me empape con su calor. Tomo una silla
me siento en ella estoy acompañado con mis plantas y mis flores, ellas no
hablan acaso tendrán un lenguaje sin sonido, yo no sabría decirlo lo que se es
que me siguen desde ya hace mucho tiempo.
Detrás del gran ventanal recorro las cortinas y
observo, los árboles han quedado sin sus hojas y por el medio de sus ramas aún
penetra los rayos, en el verano sus verdes ramas cubiertas de hojas se unen
como si fuera un túnel, dando sombra para paliar le caléndula del verano..
Alcanzo a sentarme en mi sillón favorito tomo un libro para continuar mi lectura, algo me altera creo que es el silencio de una tarde de domingo, no puedo concentrarme y mi mente va jugando con los recuerdos.
Allá a lo lejos cuando era un niño junto con
amigos de la misma edad se iba acercando las fiestas de San Pedro y San Pablo. Era en invierno para fines de junio, nos convocamos para juntar madera para la
gran fogata, que como un rito lo hacíamos todos los años se acopiaban ramas. Alcanzo a sentarme en mi sillón favorito tomo un libro para continuar mi lectura, algo me altera creo que es el silencio de una tarde de domingo, no puedo concentrarme y mi mente va jugando con los recuerdos.
Al verdulero los cajones de madera, la incógnita era saber donde las guardaríamos nadie quería guardarlas en la casa, entonces se decidió esconderlas entre las ramas de los árboles para que el día señalado la tendríamos a mano.
Alguien o algunos consiguieron un elástico de cama y papas para poder asarlas, esas papas que en casa no comíamos allí en medio de la fogata era para toda la barra manjar de los Dioses.
Como me voy a olvidar nunca la olvidaré, la
calesita de Don Luis detrás de una pequeña cabina con una ventanilla preguntaba
¿Cuántas vueltas quieres? Don Luis
déme tres entonces como si fuera un colectivero te entregaba tres boletos de
colectivo que con cada vuelta el los iba recogiendo y cortando.
Siempre riendo y con una bolsa de caramelos que iba entregando a cada uno. Que encanto tiene el girar de la calesita que hipnotiza a los pequeños, con sus vueltas van girando también los sueños de ellos, lo mío era montarme en un caballo de madera queriendo ser un jinete, un vaquero del far west o quizás el llanero solitario, esos que se veían en el cine, o mi amigo sentado en algo parecido a un auto de fórmula uno amante de la velocidad.
Siempre riendo y con una bolsa de caramelos que iba entregando a cada uno. Que encanto tiene el girar de la calesita que hipnotiza a los pequeños, con sus vueltas van girando también los sueños de ellos, lo mío era montarme en un caballo de madera queriendo ser un jinete, un vaquero del far west o quizás el llanero solitario, esos que se veían en el cine, o mi amigo sentado en algo parecido a un auto de fórmula uno amante de la velocidad.
Mientras tanto calesitero y también dueño
jugaba con ellos con la sortija, el que llegaba a sacarla tenía una vuelta
gratis, a veces lo intentaba pero ella me era esquiva, mientras la conversación
se alargaba al mismo tiempo el tiempo de cada uno se acortaba, nos despedimos
con un abrazo y quedamos en encontrarnos más adelante.
Automóviles, ómnibus, frenada bruscas, ulular de sirenas, bocinas, es lo que resuena en nuestros oídos. El modernismo se ha impuesto que hermoso y moderno ha quedado el barrio si hasta esos bares antiguos se han transformado.
Las plantas y hojas decorativas inundan el ambiente, sobre una pared un gran televisor. El progreso lentamente ha ido desplazando a la inmensa fogata de San Pedro y San Pablo al elástico de cama y las sabrosas papas asadas no existen más.
En el barrio no hay calesitas que hagan girar el
sueño de los niños, no existen los baldíos lo han usurpado los grandes
edificios y la piqueta del progreso ha hecho desaparecer los cines del barrio.
Que moderno ha quedado el barrio……¡¡¡Que lejos han quedado mis recuerdos¡¡¡
alejandrobojor@gmail.com...............ALEJANDRO CAPLAN
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