Esta es la historia que podría ser real o
imaginativa es la ficción de un hombre común llamado Nemesio, no sabría decir
por que portaba ese nombre según la leyenda se lo pusieron sus padres en honor
de no se que familiar, el lo ocultaba y se hacía llamar por su segundo nombre
Darío todo viene a cuento desde el día que nuestro hombre recibe un llamado
telefónico.
Darío era un hombre metódico de casi cuarenta
años, tímido introvertido difícil de
congeniar, pero aún así tenía algunos amigos pocos pero fieles, todas las
mañanas a la misma hora toma el subterráneo que lo lleva a su trabajo, que como
una rutina lo hace desde hace veinte años, gesto adusto gruesos anteojos su
vestimenta impecable, su rutina los libros de contaduría, libros tabulados la contabilidad de los clientes y él inmerso
dentro de ellos, su distracción era por la tarde noche reunirse con sus amigos.
La conversación era variada se tocaban diversos
temas, y entonces Darío se acordó del llamado telefónico que había recibido el
día anterior, les comenta así como al descuido que era una promoción de una
agencia de turismo, dice no se si entendí bien pero la voz del teléfono que era
un disco La agencia de turismo Imperfletic Travel Tour
usted ha sido el afortunado del día de hoy para una promoción, viajan tres paga
uno para un viaje de siete días a Miami, si esta de acuerdo oprima el número
uno yo lo marqué para saber más, nunca fui a Miami lo más que salí fue a
las playas de Mar Del Plata.
Los amigos se mostraron interesados y le
preguntaron donde quedaba tal agencia, el le dijo cerca de mi trabajo y al día
siguiente los tres amigos de dirigieron a la dirección que les habían
comunicado, por cuestión de marketing los recibe una vendedora bastante
atractiva de blonda cabellera ojos azules, que les cuenta las maravillas que se
encontrarían en su viaje además de contar con el beneficio de la promoción,
detrás suyo fotografías de una playa de arena blanca un mar verde y por
supuesto las palmeras, los muchachos quedaron fascinados no solo por el viaje
que ya lo estaban soñando sino también por la belleza de su interlocutora.
El día esperado ha llegado los tres amigos se encaminan para el
aeropuerto, en el mostrador se enteran que los pasajes de los tres están
distribuidos separados unos de otro un inconveniente que trataron de superarlo,
subiendo al avión una azafata muy gentilmente lo acompaña a Darío mostrándole
su ubicación clase turista casi la cola del avión, ni ventanilla ni pasillo,
cinco estrechos asientos entre pasillo y pasillo, y le indica con su delicado
dedo índice el del medio de los cinco asientos, cuando quiso dejar su bolso de
mano en los anaqueles superiores todos estaban llenos, su bolso terminó debajo
del asiento eso no era el viaje que el hombre había soñado.
Ya había pasado más de media hora del despegue
y en pleno vuelo aparece la azafata ofreciendo una comida que rehusó comerla,
no por no tener hambre sino por si la madre naturaleza llamara, tener que
molestar a los pasajeros de ese estrecho lugar, frente a su vista un telón que
hacía de pantalla y una película que en ese momento mostraba, unos auriculares
y botones para escuchar se coloca los auriculares aprieta el botón correcto y
no escucha nada, fastidiado por las circunstancias llama a la azafata la misma
hace lo imposible para que funcione no hay caso el aparatejo está mudo, lo
último que alcanzó a oír fue un sorry(perdone)
la azafata hablaba un perfecto inglés y Darío chapurreaba algunas
palabras.
Se dispone a leer alguna revista que había
llevado cuando siente un fuerte golpe en su asiento que lo hace saludar al
pasajero de la fila anterior, se dio media vuelta y encuentra a un niño en la
falda de su madre y como una gracia pateando su asiento.
El avión comienza a descender y a todos los
pasajeros con sus bolsos de mano a proceder a bajarse, desconcertados por no
saber que pasaba se fueron enterando que la aeronave hacía tres paradas para
llegar a destino, el primero era donde estaban en el aeropuerto de San Pablo la
segunda parada era Nueva York y desde ahí un trasbordo hacia Miami.
Luego de un viaje con algunos sacudones por fin
Nueva York, un empleado de la compañía con un cartelito indicaba hacia donde
era el traslado para tomar el próximo avión, los amigos se dirigieron al
carrusel donde van pasando las valijas cada uno toma la suya, la valija de
Darío no aparece no se encontraba en el avión.
El vestido con un sobretodo
grueso llegando a un lugar de alta temperatura sin ropa para cambiarse, se
acerca al local de la compañía para comunicar lo que le está ocurriendo le
comunican que en ese horario salieron dos aeronaves puede que esté en ese avión
que tendría que llegar en aproximadamente una hora.
Más aliviado nuestro personaje sube por fin al
aparato que lo transportará a su destino final, ha recobrado la valija
extraviada, en su mente sueña con las arenas blancas y ese mar verde tan bien
descrito por la simpática productora, entre cierra sus ojos y duerme cansado y
fatigado de su extendido viaje.
Ha llegado por fin a su destino un edificio
enorme el hotel que la Empresa de turismo había contratado, una entrada
espaciosa le permite ver una gran pileta con una isla en el medio y tenía por
techo un quincho, reposeras en todo su contorno le llamó la atención no
esperaba un hotel tan lujoso, se acerca tímidamente como desconfiando al
mostrador y habla con el conserje que le explica que efectivamente estaba en el
lugar correcto y ya estaba a su disposición la habitación, llama al botones
para que lleve la valija.
Nuestro hombre espera la llave y el conserje le
extiende una tarjeta magnética, es que Darío vivió siempre en las misma casa
que la madre heredó de la abuela, su puerta de entrada una de hierro forjado
pintada de negro, un pequeño pasillo una puerta cancel de dos hojas y las
cortinas dándole marco, un gran vestíbulo
y las habitaciones sobre él, dos balcones a la calle con sus postigos
metálicos y la llave de entrada larga como la casa misma.
Toman un ascensor y pronto llegan al piso que
estaba muy alto, el botones que se dio cuenta que Darío nunca había abierto una
puerta con la tarjeta, se la pidió la colocó en una ranura, la puerta se abre y
deja ver una espaciosa habitación con un gran ventanal recorre las cortinas, y
frente a él un balcón con vista al mar
tal como lo había soñado una playa de fina arena blanca y un mar color verde
esmeralda que a veces se torna azul y como un espectáculo más allá a lo lejos
unos delfines saltando sobre las olas.
Maravillado por el espectáculo que había presenciado se fue a recorrer la
ciudad ya entonces si vestido de turista……
alejandrobojor@gmail.com.........ALEJANDRO CAPLAN