La otra historia de la misteriosa Buenos Aires
se oculta tras una catarata de fantasmas y leyendas esas que se cuentan
oralmente o escritas, leyendas que a través de generaciones fueron ampliadas o
acotadas según quien las difunda, algunas tiene cierto viso de realidad y otras
por supuesto no se pueden comprobar.
Una mañana de un día domingo cuatro veteranos
en la mesa de un bar cabello color plata piel arrugada por el paso del tiempo,
cuatro amigos que se reúnen en el mismo bar domingo tras domingo desde hace
varios años para jugar un dominó, mientras hablan de bueyes perdidos arreglan
el mundo y se toman un vermucito con una picadita hasta la hora del almuerzo.
La conversación versaba sobre varios temas de actualidad
cuando uno de ellos dijo creo que en mi casa hay fantasmas otro dijo los fantasmas no existen, el primero
expresó los fantasmas no existen pero que los hay los hay, hoy cuando me
levanté de dormir veo que la silla hamaca se balancea sola otro acotó tal vez una corriente de aire la hizo mecer hasta
aquí quedó la conversación.
El primero de ellos no quedó muy convencido e
insistió Juan tu que sabes de estas cosas existen leyendas que hablan de todo
esto el nombrado dijo, hay infinidad de
leyendas en la ciudad de Buenos Aires las hay eróticas vengativas y hasta hay
unas risueñas, unas son verídicas otras inventadas una de ellas verídica es la
de Felicitas Guerrero, corría la mitad de año 1860 cuando los padres de
Felicitas la obligan a casarse con Martín Gregorio de Alzaga pese a las
súplicas de la dama, es que la niña tenía 18 años y Gregorio de Alzaga era
mayor en el momento de casarse el tenía 50 años hombre muy adinerado y con
varias propiedades.
El matrimonio tiene un
hijo que prematuramente fallece por la epidemia de fiebre amarilla que se
abatió sobre Buenos Aires poco después fallece el esposo por causa de la misma
epidemia, ella queda viuda cuando cumplía los 26 años viuda y adinerada tenía
muchos pretendientes entre ellos Enrique Ocampo el cual la conocía desde chicos
un cierto día de campo se desata una fuerte tormenta y el cochero equivoca el
camino entre la lluvia y el viento aparece un jinete que dio cuenta que se
habían perdido, y la invita a su hacienda él es Samuel Sáenz Valiente un fuerte
hacendado de aquellos pagos.
Después de cierto
tiempo de visitarse se enamoran y fijan una fecha de casamiento un día de preparativos para la boda llega a
su casa Enrique Ocampo para hablar con Felicitas en privado, directamente le
pregunta te casas conmigo o con Samuel ante la negativa de la dama el
pretendiente despechado extrae un revolver, ante tal situación Felicitas trata
de huir pero recibe tres disparos en la espalda y con la misma arma se suicidó
un día después fallece Felicitas ocurrió un 30 de Enero.
Los padres abren una
capilla donde no se pueden realizar casamientos la capilla de Felicitas está en
la calle Isabel La Católica entre Pinzón y Brandsen esta es la historia, pero
para transformarse en leyenda el imaginario colectivo dice que el alma en pena
de Felicitas se corporiza en un fantasma, varias personas la vieron con vestido
blanco manchado de sangre rondando alrededor de la capilla siempre un treinta
de Enero ese fue el día que falleció.
Leyendas hay variadas esta es una leyenda de
una venganza arquitectónica raro pero así ocurrió, como los Montescos y
Capuletos en la obra de Romeo y Julieta en Buenos Aires dos familias
distinguidas una de ellas los Anchorena y la otra los Kavanagh, un hijo de la
familia Anchorena estaba perdidamente enamorado de Corina Kavanagh pero la
negativa de los padres del muchacho fue terminante.
Los Anchorena vivían lo que hoy se conoce como
el Palacio San Martín un edificio muy amplio familia de mucha fortuna
descendiente de familia patricia no así los Kavanagh también familia de mucha
fortuna.
Los Anchorena habían hecho construir cerca de
su casa la Basílica del Santísimo Sacramento donde descansarían sus restos, y
la podían observar desde su residencia entonces Corina Kavanagh hizo construir
un edificio tan alto para taparle la visión a la otra familia, tan alto era que
creo que fue en su momento el más alto de la ciudad y se encuentra en la
esquina de Florida y San Martín.
Tan escondida está la basílica que para verla
de frente tienes que verla desde una calle que precisamente se llama Corina
Kavanagh.
Surge de la conversación una pregunta ¿Juan sabes de alguna de este barrio de Villa
Crespo? Juan le responde que casi todos los barrios tienen sus leyendas y
por supuesto el barrio tiene la suya, todos los amigos estaban interesados en
escucharlas entonces Juan comienza su relato.
Alrededor de los años veinte del siglo pasado y
a causa de la gran inmigración la ciudad se iba expandiendo, y Villa Crespo
quedó como los arrabales teniendo en cuenta que estamos en este bar a solo dos
cuadras de lo que era en su momento el Arroyo Maldonado, que era casi el limite
de la ciudad del otro lado del arroyo se extendía el cementerio de la Chacarita
y más allá el campo.
Se habían abierto muchos burdeles y pululaban guapos
matones y pendencieros entre gente de tanta calaña se distinguía el guapo
Cicatrices, personaje de poca o nula instrucción pero hábil con el cuchillo y
ligero para el tajo, ladero de un caudillo político surgido de los muchos
comités que existían en esos días con contactos con jueces y comisarios cuando
el guapo Cicatrices hacía sus tropelías el caudillo intervenía.
El guapo le había echado un ojo a una moza del
lugar y constantemente la perseguía pero a la dama su corazón lo había ganado
un joven quintero de la quintas del barrio de San José de Flores, en cierta
ocasión se encuentran en este bar para ese entonces el bar tenía otra fisonomía
tenía un escenario donde pasaban payadores y cantores para el agrado de los
clientes.
Hoy lo único que tiene de ese entonces son las
baldosas blancas y negras en forma de damero. El guapo Cicatrices se acerca a
la mesa de la pareja y le dirige improperios a la moza sale en su defensa el
hombre, centellean los aceros de los cuchillos los ponchos arrollados sobre el
otro brazo y se encuentran en medio de un duelo criollo, se trenzan en lucha se
escucha el chirriar de los cuchillos y el jadeo de los contrincantes de pronto
un esquive y un cuchillo atraviesa un cuerpo.
Herido de
muerte cae al piso y un reguero de sangre corría entre las baldosas
despavoridos huyen los clientes cuando llega la autoridad no había ningún
testigo, del entierro del guapo Cicatrices se hizo cargo el caudillo político
el bar a través del tiempo aunque tiene un pomposo nombre se lo conoce como el
bar la Puñalada aquí termina la leyenda del guapo Cicatrices del barrio de
Villa Crespo.
alejandrobojor@gmail.com..........ALEJANDRO CAPLAN