Era un día como cualquier otro, rutinario tenía
que ir a trabajar, el lugar quedaba en el centro de la ciudad, mi horario era
un poca diferente al resto es por eso que quedaba cómodo viajar en subterráneo,
viviendo por el barrio de Villa Urquiza viajaba en una línea que unía desde mi
casa hasta el bajo, descendía en una parada intermedia, como ya dije
anteriormente el horario diferente me permitía viajar más tranquilo y no en las
horas pico que es cuando viene más lleno.
Es sabido que en casi todas las ciudades del
mundo dentro del subterráneo abundan los vendedores ambulantes algunos
pregonado su mercadería, diciendo, directamente de los fabricantes, de todo lo que quieran imaginar,
desde lapiceras pasando por alicates, hay quienes venden cuadernos, libros etc.
El que voy a relatarles es un vendedor ambulante diferente, entra al
coche con una bolsa grande creo que de arpillera, y con él dos guitarristas
formaban un trío, una vez que comienza a rodar el convoy, los guitarrista
comienzan a desgranar acordes que unidos van interpretando una canción que a su
vez interpretan, haciéndolo muy bien, ya terminada la canción que era del
folklore nacional, el vendedor saca de su enorme bolsa Casetes y CD, objetos que en su tiempo
reproducían música, aún en el día de hoy hay radios que contienen caseteras
para reproducirlas asimismo CD, para las nuevas generaciones ante el avance de
la tecnología, son objetos obsoletos, aclaración de por medio, no para el que escribe.
El vendedor ambulante con voz alta y clara
recita una poesía gauchesca y comienza a ofrecer a los viajeros los mismos, lo
que alcancé a ver había como en botica de todo los casetes y CD Los
Chalchareros, los Fronterizos, los Tucu Tucu, no faltaba el chamamé de Ramona
Galarza y con eso ofrecía un muñequito de esos de repisa, representando un
gaucho, las estaciones se sucedían unas tras otra, el subte se iba llenando
pero el tramo que había entre puerta y puerta y el pasillo vacío, todos
expectantes de lo que sucedía.
Nuevamente los guitarristas para entonces ya
entonados comenzaron a tocar un tango, luego otro y otro, y nuevamente el
vendedor colocando la mano en su bolsa extrae los casetes y CD pero esta vez de
tangos, a su vez dice unas glosas y ofrece sus productos, esta vez trae dos muñequitos, juntos con ellos
hay de la orquesta de Osvaldo Pugliese, de Carlos Di Sarli, Aníbal Troilo y
muchos otros a esta altura la bolsa del vendedor era lo más parecido a una
galera, y él el mago , transmitía magia y los muñequitos era uno de ellos una
pareja bailando un tango y el otro un pianito de color negro sobre el una rosa
roja.
Sentado junto a mí se encontraba un jovencito y
me indica, señor no sé por que todo el mundo está tan concentrado en estos
objetos que ya no se usan más, con una MP3 una MP4 o ahora con un IPOD lo tiene
al alcance de la mano, no encuentro palabras para decirle que lo que estamos
viendo trasciende lo material, y nos retrotrae a un tiempo pasado tal vez
cuando tendríamos la edad del joven, alguna vez cuando tenga los años que ahora
tenemos quizá lo entienda.
¡¡¡Huy¡¡¡ estuve tan entusiasmado que me pasé
de la estación que tenía que bajarme, me pierdo el presentismo, ya no me
importa lo estoy cambiando por lo que estoy viendo ahora me voy hasta la
terminal y me vuelvo en el mismo coche. Un poco de descanso y comienzan nuevamente los guitarristas con
sus canciones y ahora qué? Están
cantando baladas, el vendedor ambulante convertido en mago recita una poesía y
nuevamente introduce su mano en la bolsa ya convertida en una galera ofreciendo
nuevos casetes y CD esta vez cantantes Jairo, Serrat, todo mezclado Luis Miguel,
Serra Lima, sin olvidarnos de Mario Clavel, Estela Raval, el espíritu de ellos
están en el coche del subterráneo, me parece verlos contentos.
También tenía un muñequito en esta ocasión era
una muñequita con una cara hermosa y un pentagrama, para ofrecer, hay algo más
en la galera, unos libros que extrae de ella son pequeños libros de tapas
duras, uno es el Martín Fierro, el otro el Quijote.
Estoy en la terminal no me alcanzan las manos
para sostener todo, levanto la vista y veo frente a mí a una persona de
anteojos que me mira y sonriente, dice señor me parece que a usted le pasó lo
mismo que a mí, miré mejor y lo vi sosteniendo todo igual a lo que yo sostenía
y me ofrece una bolsa esas de los supermercados para que en ella pusiera lo que
tenía, ese fue el día que me perdí el presentismo, pero en cambio me gané un
día en mi vida.
ALEJANDRO CAPLAN……….alejandrobojor@gmail.com
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