En esta noche cuando el silencio es cómplice y
la lluvia va trayendo la tormenta que se avecina, las vivencias vividas a
través de los años la retina se ha llenado de paisajes y personajes colores
tornasolados borracho de recuerdos que atesoran su mente van desfilando ante él
como si estuviera en otra dimensión, como un túnel de tiempo y el pasado como
un cuadro psicodélico se presenta como el presente.
Un hombre maduro arrugas en su frente de manos
callosas de trabajos duros, anciano de cabellos de plata tiene la edad del
obelisco, juntos vieron crecer la Buenos Aires antigua fundada a la vera de un
gran río de color león, hoy convertida en esa ciudad moderna cosmopolita y
vivaz.
Recuerda el anciano su niñez su casa la calle
con su adoquinado brillante en las mañanas después del rocío de la noche, sus
juegos con amigos pantalones cortos medias tres cuartos y sus zapatillas
gastadas de tanto pegarle a la pelota sus campeonatos de balero, las bolitas
esas multicolores agachados a la sombra de un árbol tratando de hacer puntería.
La luz tenue de la calle al caer la noche una
en cada esquina y otra en el centro, cuando las puertas no se cerraban con
llave, el vigilante de la esquina la ronda de esa noche, la escuela primaria
los palotes para aprender a escribir, los recreos cuando los amigos eran de
carne y hueso para compartir alegrías y tristezas sin recurrir a amigos
virtuales.
La vida continúa sin prisa como al compás de un
minué el anciano va recordando los pasos por su escuela primaria, ahora su
rostro esboza una sonrisa el episodio ya en los años superiores cuando la
maestra estaba dictando su clase magistral, precisamente hablaba del río color
león y su descubrimiento.
Buscando una salida desde el Océano Atlántico
hacia el Océano Pacífico su descubridor Juan Díaz de Solís almirante de la
flota Española creyendo ver en el un brazo del mar se interna en él, viendo que
la salubridad del mar se iba desapareciendo lo denominó Mar Dulce.
Tan entusiasmada estaba la maestra cuando
explicaba que Solís vio en la ribera del río unos aborígenes, se traslada en un
bote hacia ellos acompañado por dos de sus subordinados Pedro de Alarcón y
Francisco Marquina, no sabía lo que iba a decir la maestra cuando del fondo del
aula se escucha una voz que dice señorita maestra se lo ¡¡morfaron¡¡.
Azorada la maestra se da vuelta y con una voz
fuerte pregunta quien habló, un alumno levanta el brazo era el Cacho, y se
entabla una conversación que los demás alumnos escuchan. El es un lector adicto
a los libros de aventuras y revistas, de ahí que se interesó por la historia y
el descubrimiento de AMÉRICA para él era toda una aventura.
Era un erudito y versado en varias lenguas
hablaba el lunfardo el vesre el cocoliche el jeringozo y algunas otras,
señorita maestra se los morfaron se lo¡¡ comieron los indios ¡¡ los ejecutaron
los asaron y los devoraron frente a las narices de los tripulantes del navío,
que asombrados no atinaron a nada así termina la historia del descubridor del
RÍO DE LA PLATA los alumnos quisieron saber que fue de los tripulantes, y el
Cacho les dijo se tomaron el buque, bueno la carabela y se dirigieron afuera
hacia el mar y luego a
España. Todo habitante de América se denominan
indios por culpa de Cristóbal Colón descubridor del continente americano púes
él creía que había llegado a la India, tal vez si eso no ocurría y habiendo una
cultura precolombina podríamos ser aborígenes o quizás salvajes o algún otro
nombre.
El anciano el de los cabellos de plata entorna
sus ojos la noche la tormenta lo ha alcanzado, el azabache de la eterna noche
lo cobija se ha dormido se esboza, se dibuja una sonrisa en esa nostálgica y
mágica noche.
ALEJANDRO CAPLAN…….alejandrobojor@gmail.com
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