concierto de Aranjuez

sábado, 24 de noviembre de 2012

HISTORIAS ROBADAS





Esta es una historia que para entenderla hay que saber el entorno en la que se desarrolla, viene desde casi la mitad del siglo pasado, el barrio en el que vivía  donde todas las casas eran bajas, donde los juegos y los amigos los encontrabas en la calle, frente a mi puerta que nunca se cerraba.  

Eran   tiempos en que el lechero traía su mercadería hasta tu casa, eran tiempos del que vendía con su carro repleto, tirado por un cansado caballo de sillas, mesas, cajones y todo lo imaginable de mimbre, eran y serán mis tiempos distinto no sabría decir si era mejor o no, de una cosa estoy seguro, fue mi tiempo.


Todo eso lo fui descubriendo mas tarde ya de adulto, porque  en ese momento era un niño y como tal vivía desprejuiciado viviendo un presente, sin pasado ni tampoco pensar en el futuro eso quedaba tan lejano en mi camino, fueron tiempos de felicidad, en este punto de mi relato tengo que hacer un paréntesis describiendo mi casa, mi familia compuesta por mi madre mi padre mi hermano y por supuesto el que escribe.

Nuestro departamento era el penúltimo sencillo pero acogedor, su puerta de entrada daba a un patio descubierto, en un rincón del mismo una gran pileta de lavar, al fondo del mismo dos puertas una el baño y la otra la cocina, que tenía una mesada con dos hornallas bajo ellas dos huecos donde se ponía carbón,  eso es así como lo cuento ahora parece del tiempo de la colonia pero es verdad no existían supermercados ni tampoco delivery, se elaboraba la comida al carbón.

Ya casi teniendo alrededor de nueve o diez años sabiendo leer y escribir, se abrió para mi un mundo enorme y magnifico, leía todo lo que caía en mis manos en ese tiempo los diarios eran de hojas tan grandes, que para poder leerlas colocaba el diario en el piso del patio y me acostaba para leer. 

Es en ese punto cuando mi madre se enojaba y me decía Negro levántate del suelo, mi apodo o como quiera llamarlo, no pudiera ser mas acertado con un poco de imaginación, verán un flacucho de tez blanca mas bien tirando a morocho subido, con el cabello pirincho y un remolino justo en el punto mas alto de mi cabeza, ese era mi apodo debía ser así de chico el porque toda la familia me llamaba de ese modo.

 Los amigos de ese entonces eran casi todos de la misma edad fue por entonces que oímos que en la casa de la esquina, se habían mudado una familia nueva, curiosos, queríamos saber quienes eran, se decía que esta nueva gente tenía varios chicos de nuestra edad, estábamos siempre espiando para conocer de quienes se trataba, gente rara para nuestro entender, siempre salía de a uno mirando hacia un lado y al otro como desconfiando daban unos pasos y luego volvían a entrar, y no volvían a salir, 

Cosa muy extraña para aquellos tiempos, pues todos se saludaban, además nosotros la pequeña pandilla conocíamos a todos y todos nos conocían a nosotros por el nombre y apodos, por todo ello se nos hacía mas que extraño todo aquello.

De pronto vimos al polaquito mas o menos de nuestra edad, el ya se animaba a caminar por la calle en la cual el grupito siempre estaba, igual de desconfiado que su familia caminaba mirando a todos lados, nos acercamos para que juegue con nosotros, el chico hablaba polaco y decía algunas palabras en español con su acento pero se mostró amigable y bueno, 

Fue desde entonces uno mas del grupo siempre hacíamos un examen de aptitudes nunca culturales, como buenos futboleros en un país futbolero este examen era para ver las virtudes del juego. Con que pierna pateas resulta que el polaquito era zurdo, le dimos una pelota y el pobre pibe no embocaba una, tanto que uno del grupo sentenció pero muchachos este pibe es de madera, o sea en buen criollo un tronco. 

Uno mas prudente dijo y si lo ponemos de arquero, el polaquito era torpe con los pies y con las manos, pero ya era nuestro amigo pudimos con el, pero nunca con los otros hermanos, menos con lo padres actuaban como si fueran personas autistas, creo que tengo viejas fotografías en blanco y negro ya medio amarillentas en donde aparece el polaquito.

Tiempo ya más maduro, entro a reflexionar como dicen los poetas que escriben canciones sentimentales. Los caminos de la vida nos llevan a nuevos destinos a distintas sendas a transitar, se van perdiendo los viejos y queridos amigos, vendrán otros nuevos a reemplazar a los antiguos y seguimos transitando los caminos.

A veces me pregunto el polaquito llegó a nosotros después de una cruenta guerra vino del infierno, y nosotros quisimos en aquel entonces que pateara una pelota, tal vez el pobre chico nunca llegó a tener una creo, que el chico aceleró su niñez, su adolescencia y se hizo adulto prematuramente y cuando conoció al grupo era ya adulto, tal vez su torpeza era  innata o fingida, su mirada siempre igual, el rictus de su cara no lo demostraba, se reía, lloraba de vez en cuando.

Pero su mirada, sus ojos no lo indicaban, cuando un niño está triste sus ojos se achican y pierden su brillo, cuando está contento sus ojos se agrandan y tienen un brillo especial, yo eso lo encontré con mi hijo y mis nietos, pero no lo veía en el polaquito siempre la misma mirada, no será tal vez que este adulto quiso ser otra vez un NIÑO.

Con el devenir del tiempo poco a poco su presencia se fue perdiendo, se fue esfumando hasta perderse en el olvido, no del todo por que lo he rescatado en esta nota. Ahora que me acuerdo nunca nos dijo como se llamaba, solamente para nosotros EL POLAQUITO

alejandrobojor@gmail.com.................................ALEJANDRO CAPLAN

2 comentarios:

  1. Cuantos "Polaquitos" han habido y habrán?

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  2. Estimada lectora agradezco su comentario y la invito a seguir leyendo mis cuentos

    cuentos del bojor

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