Era un martes, era el día indicado para la
reunión de la junta de la sociedad, como miembro de ella me encaminé hacia
allá, la reunión se realizaba el segundo martes de cada mes y si por casual caía un día feriado se posponía para el siguiente, la casa alquilada , una chapa en la puerta
que indicaba de que se trataba, al entrar un cartel con una frase que decía
JUNTOS VENCEREMOS DESPARRAMADOS ¡¡¡ QUE HAREMOS ¡¡¡¡el todo enmarcado por un
fileteador que hoy no abundan.
Poco a poco iban llegando los miembros de la
junta, el cupo femenino traía sus,vituallas
María Rosa sus empanadas de carne jugosas y con la carne cortada a
cuchillo, y Doña Francisca unos morrones envasados que ella misma hacía como
para chuparse los dedos. lo que nunca
faltaba era el vino de uva chinche que Don Carmine elaboraba, él lo sabía
hacerlo allá en su Italia natal.
Estando casi todos reunidos ya comienza la
reunión, el presidente presenta los puntos que se van a tocar ese día, el
primero y principal era una ambición de la misma, crear una salita de primeros
auxilios para el barrio, para eso era menester equiparla, contratar un médico,
una enfermera, para tal fin teníamos que hacer participar a los comerciantes
del barrio con una contribución para lograr el éxito .
Luego se fueron tocando otros temas, así fue
transcurriendo la reunión, luego relatos y anécdotas mientras se servían las
empanadas, los morrones y la damajuana de vino, hasta el día de hoy no se de
donde aparecieron las copas, el panadero contaba lo bien que lo había pasado en
las vacaciones en un lugar de la costa.
Don Ramón contó su estadía en el Paraguay donde fue a visitar a su hermano después de muchos años, hasta que alguien dijo usted Doctor por que no nos cuenta algo, para ese tiempo los duendes mansos de las copas de vino ya estaban aflorando, este vino de uva chinche que había elaborado Don Carmine.
Comenta, afuera hace un frío bárbaro, me abrigué para no sentirlo, contó que se puso una camiseta de frisa, unos calzoncillos largos de frisa, unas medias de lana, pantalón, camisa y traía un sobretodo de pelo de camello amarillo, esos que usaba cuando era joven, un gorro de lana y una bufanda que le cubría las orejas y le tapaba la nariz para todos nosotros hacía tanto calor que tuvimos que apagar la estufa, para mi era lo más parecido al hombre de las nieves.
Los duendes del vino o los efluvios etílicos
cualquiera que sea, me hacían hablar, creo que hablé por demás, preguntaron por
mi vocación, a veces los senderos de la vida te van llevando sin que lo notes
por otros caminos, lo mío era ser futbolista, mi padre de origen Europeo,
cuando llegaron y bajaron de los barcos, no solamente bajaba una persona física,
traían consigo otra cultura, otros sabores y hasta distintos olores.
Italianos turcos, españoles, todos o casi todos tenían una cosa en común que en esta tierra de promisión sus hijos fueran doctores no importaba que doctorado, el orgullo de ellos era que su hijo tuviera la chapa en la puerta, el viejo me eligió por ser el mayor, no era un superdotado para el estudio pero cuando se me prendían algunas luces brillaba bastante.
Un cierto día llegando del colegio secundario,
tenía en ese tiempo entre trece y catorce años, entrando a mi casa que era de
departamentos me detiene el señor del primero de los departamentos resultó ser
Urbano vecino que se desempeñaba como mecánico para dentista me dice ‘che pibe necesito alguien para trabajar
conmigo por las tardes te doy una gamba por mes’ le conteste, lo tenía que
consultar con mis padres, así lo hice y la respuesta del viejo fue, lo que te
paga no es nada pero lo bueno es que aprendas el oficio
Así se fue doblando el camino de mi vocación, voy terminando mi relato y me lanzo a comer una empanada, no quedaba nada, se comieron las empanadas los pimientos, mientras yo hablaba, bueno esto ya termina, la comisión directiva se retira algunos de la junta lo tuvimos que llevarlos a sus respectivas casas.
alejandrobojor@gmail.com ...........ALEJANDRO CAPLAN
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