Un día que no me acuerdo me encontré por
casualidad, con un solitario anciano un poco desalineado, creo que estaba un
poco trastornado pidiendo una limosna, me causó algo extraño su buen modo de expresarse,
no parecía un mendigo, pero si lo era, quise saber más de él por pura
curiosidad, y este fue su relato.
Viendo todo eso me pareció que el mundo se me caía encima, y el clima asfixiante de ese momento, cuando era espectador de todo aquello y pensé que dentro de un tiempo me tocaría a mi, me vi en un hospicio mental o en una guardería para ancianos, mal llamadas geriátricos, palabras más palabras menos, son solo palabras no hay malas ni buenas, las discriminamos nosotros, decidimos cual es la buena o la mala palabra.
Entonces tomé una decisión me fui a vivir a la
selva, como en su tiempo lo hizo Tarzán saltando de liana en liana, recorriendo
la selva, como nosotros, en trenes y subterráneo no se que fue de Tarzán, me enteré que se
vino a vivir a la ciudad, alguien me dijo, no se si tiene un departamento en Puerto Madero o en Villa Madero.
Construí una casita en la copa de un árbol,
bien ubicado cerca de un lago, que tenía una playita con una arena fina y
blanca, era lo más parecido al paraíso, algo me llevé de la ciudad, plaquetas
de energía solar que coloqué en el techo, planchas preformadas para la división
de la casa, la cual era bien amplia, también con unas cañas de bambú un
ascensor para poder subir a la copa del árbol, con pesas y contrapesas subía y
bajaba ya para entonces, con unos caños al tener un lago cerca con un
purificador tenía agua potable.
Ya instalado en la casa no sentía esa opresión
que anteriormente me atormentaba, se me ha ido el stress, la presión se
regularizó, aire puro, adiós al smog, tengo cerca el almacén de Francisco, en
realidad el tal Francisco, es un árbol con frutos grandes y jugosos que
contiene todas las vitaminas y
nutrientes que necesita el organismo, para eso tengo que caminar uno o dos kilómetros
como me lo recetó el medico, en vez de dar vueltas al parque, no se si la
botánica lo tiene, para comer carne tengo los pescados del lago.
Siguió hablando el mendigo no necesitaba
dinero, no tenía la cuenta de la luz , la del gas, la prepaga, impuestos
inmobiliarios, A.B.L. expensas, la vida trascurría tranquila, en la flora tenía
todo, si quería tomar mate ahí estaba las hojas de yerba mate, para endulzar
había una planta que sus hojas era parecida al azúcar sin los efectos
secundarios que trae por ejemplo la diabetes, en fin plantas curativas para
todo.
En su momento se acerca a la casa el cacique de
una tribu que yo desconocía con todo su séquito, trató de hablarme, yo
desconocía su dialecto por señas nos pudimos al fin comunicar.
Indica que lo acompañe hasta su tribu para poder mostrarme lo que quería decirme pronto comprendí, la tribu por tomar agua contaminada estaba muy mal, entonces se me ocurrió una idea, tratar de llevar agua potable, para eso iba a necesitar caños para acercar el agua del lago a la tribu, por señas se lo hice saber al cacique y estuvo de acuerdo, manos a la obra con otro purificador que tenía de reserva, por suerte había un cacique que dirigía y muchos indios que trabajaban, me dice yo he visto en la ciudad que había muchos caciques que dirigían y pocos lo que trabajaban.
Luego que el hombre se retiró me quedé
pensativo, que habrá sido lo que en su tiempo pasó por su cabeza para razonar
sin razonar, era un demente no sé quizá me equivoqué, mientras me hacía estas
preguntas estaba sentado en un banco de plaza tomando el sol de la mañana.
Ya los pasos de los años, el peso de los mismos y los vientos del tiempo me habían encorvado un poco la espalda, sentado en el banco veía el ir y venir de la gente algunos corriendo, otros caminando hablando animadamente, otros caminado con un auricular escuchando tal vez música pero nadie se dignó a mirarme, me sentí solo entre tanta gente.
Ya los pasos de los años, el peso de los mismos y los vientos del tiempo me habían encorvado un poco la espalda, sentado en el banco veía el ir y venir de la gente algunos corriendo, otros caminando hablando animadamente, otros caminado con un auricular escuchando tal vez música pero nadie se dignó a mirarme, me sentí solo entre tanta gente.
De pronto una espesa bruma y niebla me va
cegando y llega hasta el alma, por un instante solo por un momento, vi dentro
de mi mente dos personas, dos mendigos, él que mendigaba un dinerillo y yo
mendigando un poco de cariño un poco de
AMOR.
alejandrobojor@gmail.com.............ALEJANDRO CAPLAN
alejandrobojor@gmail.com.............ALEJANDRO CAPLAN
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