concierto de Aranjuez

lunes, 20 de agosto de 2012

LOS DOS MENDIGOS

Un día que no me acuerdo me encontré por casualidad, con un solitario anciano un poco desalineado, creo que estaba un poco trastornado pidiendo una limosna, me causó algo extraño su buen modo de expresarse, no parecía un mendigo, pero si lo era, quise saber más de él por pura curiosidad, y este fue su relato.


Señor en primer lugar me voy a presentar mi nombre, es Guillermo, era yo un habitante más de esta gran ciudad pensando que la sociedad cada vez más materialista, en ese momento no comulgaba con eso, mi pensamiento era el equilibrio entre lo material y lo espiritual.

Viendo todo eso me pareció que el mundo se me caía encima, y el clima asfixiante de ese momento, cuando era espectador de todo aquello y pensé que dentro de un tiempo me tocaría a mi, me vi en un hospicio mental o en una guardería para ancianos, mal llamadas geriátricos, palabras más palabras menos, son solo palabras no hay malas ni buenas, las discriminamos nosotros, decidimos cual es la buena o la mala palabra.

Entonces tomé una decisión me fui a vivir a la selva, como en su tiempo lo hizo Tarzán saltando de liana en liana, recorriendo la selva, como nosotros, en trenes y subterráneo  no se que fue de Tarzán, me enteré que se vino a vivir a la ciudad, alguien me dijo, no se si tiene un departamento en Puerto Madero o en Villa Madero.

Construí una casita en la copa de un árbol, bien ubicado cerca de un lago, que tenía una playita con una arena fina y blanca, era lo más parecido al paraíso, algo me llevé de la ciudad, plaquetas de energía solar que coloqué en el techo, planchas preformadas para la división de la casa, la cual era bien amplia, también con unas cañas de bambú un ascensor para poder subir a la copa del árbol, con pesas y contrapesas subía y bajaba ya para entonces, con unos caños al tener un lago cerca con un purificador tenía agua potable.

Ya instalado en la casa no sentía esa opresión que anteriormente me atormentaba, se me ha ido el stress, la presión se regularizó, aire puro, adiós al smog, tengo cerca el almacén de Francisco, en realidad el tal Francisco, es un árbol con frutos grandes y jugosos que contiene todas las  vitaminas y nutrientes que necesita el organismo, para eso tengo que caminar uno o dos kilómetros como me lo recetó el medico, en vez de dar vueltas al parque, no se si la botánica lo tiene, para comer carne tengo los pescados del lago.

Siguió hablando el mendigo no necesitaba dinero, no tenía la cuenta de la luz , la del gas, la prepaga, impuestos inmobiliarios, A.B.L. expensas, la vida trascurría tranquila, en la flora tenía todo, si quería tomar mate ahí estaba las hojas de yerba mate, para endulzar había una planta que sus hojas era parecida al azúcar sin los efectos secundarios que trae por ejemplo la diabetes, en fin plantas curativas para todo.

En su momento se acerca a la casa el cacique de una tribu que yo desconocía con todo su séquito, trató de hablarme, yo desconocía su dialecto por señas nos pudimos al fin comunicar.

Indica que lo acompañe hasta su tribu para poder mostrarme lo que quería decirme pronto comprendí, la tribu por tomar agua contaminada estaba muy mal, entonces se me ocurrió una idea, tratar de llevar agua potable, para eso iba a necesitar caños para acercar el agua del lago a la tribu, por señas se lo hice saber al cacique y estuvo de acuerdo, manos a la obra con otro purificador que tenía de reserva, por suerte había un cacique que dirigía y muchos indios que trabajaban, me dice yo he visto en la ciudad que había muchos caciques que dirigían y pocos lo que trabajaban.

Hasta acá el relato de un hombre al que me pareció que le faltaban algunos tornillos, otros dicen que le faltan algunos jugadores, para mi ese hombre no estaba cuerdo, pero muy coherente su narrativa, busqué unos pesos en el bolsillo y se lo entregué, se fue muy contento y feliz dándome las gracias.

Luego que el hombre se retiró me quedé pensativo, que habrá sido lo que en su tiempo pasó por su cabeza para razonar sin razonar, era un demente no sé quizá me equivoqué, mientras me hacía estas preguntas estaba sentado en un banco de plaza tomando el sol de la mañana.

Ya los pasos de los años, el peso de los mismos y los vientos del tiempo me habían encorvado un poco la espalda, sentado en el banco veía el ir y venir de la gente algunos corriendo, otros caminando hablando animadamente, otros caminado con un auricular escuchando tal vez música pero nadie se dignó a mirarme, me sentí solo entre tanta gente.

De pronto una espesa bruma y niebla me va cegando y llega hasta el alma, por un instante solo por un momento, vi dentro de mi mente dos personas, dos mendigos, él que mendigaba un dinerillo y yo mendigando un  poco de cariño un poco de AMOR.


alejandrobojor@gmail.com.............ALEJANDRO CAPLAN


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