concierto de Aranjuez

miércoles, 10 de junio de 2015

SENSACIONES


En un día de un otoño en el cual el frío se hacia sentir, una tarde donde el sol entibiaba lentamente las calles, el hombre decide salir a caminar sin rumbo fijo, tratando que el calor de ese sol lo bañara con sus rayos de la última hora. Se para frente al espejo mira su abrigo y considera que era el adecuado e imaginando que algo le faltaba a su atuendo, se coloca un gorro de lana, se mira por última vez al espejo cierra la puerta, reflexionando que ya hacía tiempo que no lo intentaba, por una u otra cuestión lo había postergado.

Hoy se decidió, una sensación de tristeza agotamiento, pero lo real es un decaimiento, el hombre se repone y continúa su camino  encuentra en ella un gentío, era la hora de mayor tránsito, hombres y mujeres que miran sin ver, apurados, algunos con su celular en las manos o en sus oídos, él camina despacio, lleva en su espalda la pesada mochila de los años, camina entre ellos, acompañado con su amiga la soledad, solo entre tanta gente. 

De pronto oye atrás suyo alguien que le dice como estas, se dio vuelta para ver quien lo llamaba pero no, un hombre que hablaba por el celular muy fuerte, habla tan alto que no necesita teléfono, ya cansado en su peregrinaje, observa en la vereda opuesta una cafetería, se sienta en una mesa, el mozo que lo atiende le pregunta que va a tomar, le responde un café bien calentito.

Esperando el pedido va observando a los parroquianos de las distintas mesas, sin mucho en que pensar, se le ocurre prestar atención en la mirada, alguien dijo que los ojos y las miradas son las ventanas del alma, las hay inquisidoras, de asombro, algunas miran al infinito, esas son las pensativas, el mozo trae el pedido, va tomando sorbo a sorbo su café, el aroma y el mismo le sabe a néctar.

De pronto se encuentra parada ante él una pareja, su vestimenta parecía no el adecuado para ese momento, en la cual la temperatura era muy baja, y un poco tratando de hablar el idioma no lo puede entender, eran turistas que se le acercaron, un poco porque estaba sentado solo y otro poco por el cabello blanco de su cabeza. 

Tal vez pensando que el anciano con más calle que sabiduría podría solucionar su problema, un poco gesticulando con ademanes y un librito que traducía se pudieron entender, visto desde otro ángulo, era lo más parecido a una de esas películas italianas, que en otros tiempos lejanos había visto en el cine.

Como en el barrio había muchos negocios, pululaban los turistas y por fin se entendieron, lo que buscaban esa pareja era una calle de ese barrio, que le habían recomendado, donde se vendían ropa de cuero, el amigo con más calle que sabiduría nacido y siempre viviendo en el mismo barrio, era conocedor de los muchos locales y les indicó, donde se encontraba la secreta y misteriosa callecita de Buenos Aires  que los turistas agradecieron. 

Esas sensaciones de tristeza decaimiento poco a poco se fueron, y comenzó a ver pasar la vida, con  otros ojos y más aún más cuando vio pasar a un amigo a través del vidrio del bar, presuroso corrió hasta la calle hasta poder alcanzarlo, era en los tiempos de su juventud, uno de los amigos inseparables, por que el destino así lo quiso, los caminos se fueron alejando y separando,

Ahora el destino quiso que un recodo de ese camino se encontraran por pura casualidad, lo llamó por su nombre, el otro se alegró y juntos regresaron al bar, por un rato imaginemos las sensaciones que habrían sentido esos amigos de encontrarse nuevamente, se sentaron en la mesa junto a la ventana que da a la calle, vieron pasar gente y más gente, pero ellos se miraron y se vieron recordando aquellos días de su juventud.

Los dos quisieron saber que era de sus vidas, el hombre de nuestro relato comienza diciendo que su vida era normal, felizmente casado con hijo nietos, la rueda de la vida, y por el momento jubilado, le pregunta al amigo que me puedes contar de la tuya, este con una amplia sonrisa, dice lo mío fue como un cuento, esos que cuentan los abuelos en esas tardes de lluvia. 

Comienza su relato, diciendo que una tarde como cualquier otra, estaba trabajando en su oficina, cuando el director lo llama a su dependencia, le pareció raro pensé que algo pasaba, me hace pasar, estaba acompañado por dos personas bien trajeadas, y me dice estos señores lo están buscando, una sensación extraña corrió de la cabeza a los pies, uno de ellos me pregunta mi nombre y apellido, el de mi padre y mi madre que ya hacía unos años que se fueron al cielo, me pregunta si tengo documento que lo acredite, se lo enseño y mirando al otro individuo le dice es él, por fin lo encontramos.

Señor nosotros representamos a la firma de abogados Family Estudios Imperflet y en este momento confirmamos, que usted es el legítimo heredero y me nombró el apellido ese apellido ya lo había oído nombrar varias veces al abuelo, pero yo no lo conocía y tenía que ir Nueva York, a la oficina central para firmar los papeles correspondientes, lo primero que pensé que era una broma de los compañeros de oficina, pero después pensé ellos no sabían el apellido, en ese momento dicen que me puse pálido y solo atiné a pedir un vaso de agua.

El amigo continua diciendo, esos abogados dijeron que buscaron por todo el mundo y como no tenía descendientes por línea sanguínea, yo era el único heredero de una gran fortuna, proveniente de minas de diamantes en el África y otras muchas propiedades desparramadas por casi todo el mundo


Asombrado por tal situación acostumbrado a lo cotidiano me adapté, y comencé a realizar lo que siempre me agradó que fue viajar, y muestra de un celular de última generación las múltiples fotografías que había sacado durante su viaje alrededor del mundo Nueva York con sus altos edificios, la tranquilidad de la hermosura de la naturaleza de un amanecer en Ibiza, caminar en un frondoso parque en Boulogne Francia.


De pronto entran dos personas con unos uniformes de enfermeros, lo levantan casi en vilo al compañero y lo llevan, en ese momento alcanza a decir son unos amigos, nuestro amigo mira a través del ventanal, y ahí estaba estacionada una ambulancia en donde introdujeron a mi acompañante, sobre la mesa queda el celular, lo toma, llama al mozo y le paga la consumición. 

Preocupado por tal situación se dirige a su casa pensando lo que había ocurrido, una rara y amarga sensación le recorrió el cuerpo. En su casa más sereno analiza la situación, realmente ocurrió todo lo que dijo o simplemente era un demente, ¿ Se lo habrán llevado por la fuerza?, en el celular estaban las fotografías, unos paisajes hermosos de casi todo el mundo, inclusive muchas de ellas con mi amigo saludando, me habría dicho que eran unos amigos, para no comprometerme, todavía no lo puedo comprender.

Estoy convencido que algún día recorriendo nuestros caminos, en alguna esquina nos vamos a encontrar para hablar de nuestra juventud, sentados tranquilamente en una mesa de café, y tomarlo calentito, sorbo a sorbo.


alejandrobojor@gmail.com.............ALEJANDRO CAPLAN



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