Lentamente en esta tarde de recuerdos y nostalgias se aparecen en mi memoria esos pequeños gnomos y me van trayendo como ese ayer las tranquilas noches correntinas con su cielo plagado de estrellas y una luna brillante alumbrando las noches y reflejando su luz plateando sobre el río trayendo el embrujo de esas noches correntinas embriagado con el perfume de sus flores de azahar.
Ya instalado y puesto mi consultorio, comencé a
tratar de familiarizarme con su gente al principio desconfiada, más luego con
el tiempo, llegué a conocerlos y ellos a mi, gente buena sencilla de una sola
palabra sin doble intenciones, y así comencé mi vasta carrera profesional en
ese lugar
Les contaré algunas anécdotas algunas tal vez
graciosas y otras no tanto. Comenzaré a relatarles
estando en mi consultorio se apersonan una comisión de integrantes del
pueblo, para proponerme si pudiera llegarme una vez en la semana, a otro pueblo
cerca de donde yo estaba instalado, quedaba ellos decían como a tres leguas,
así que estando tan emparentado con esa distancia ni se acordaban de los
kilómetros, algunos cabildeos de ese momento tan repentino y acepté.
De pronto me vi viajando en un automóvil junto
a algunos de la comisión hacia el referido pueblo, lo primero que se me ocurrió
preguntar que tal era el camino, la respuesta fue contundente, una alhaja, un
billar, camino de tierra pero como si fuera asfalto, una de las pequeñas
mentirillas a las que me acostumbraría mas tarde, esa famosas tres leguas
llegaron casi a los treinta kilómetros, en fin entre el camino de tierra y la
cantidad de tiempo me pareció una eternidad.
Llegando a destino me recibe un doctor, después
averigüé, el personaje más importante de la comunidad de ese pueblo, es cuando
me di cuenta que estábamos en sombras ya casi al fin del atardecer de aquel día,
iba anocheciendo y la obscuridad nos envolvía, la energía eléctrica brillaba
por su ausencia, en el pueblo no existía energía eléctrica.
Mi respuesta a todo esto pensé en
voz alta no hay energía eléctrica como me pude llegar a ese lugar, tal vez pensé en ese
momento en una gran confusión, Sin
embargo no fue así después de una explicación tan certera como contundente en
la cual entendí que lo que se pretendía era un profesional para esa gente a la
que nunca había llegado nadie que podría atender sus necesidades bucales.
Mi respuesta fue espontánea, como hacerme cargo
sin un equipo dental para poder trabajar, eran en ese entonces muchas
complicaciones y desventajas que tenía que afrontar, se lo hice saber a mi
interlocutor que en esas condiciones no podría solucionar las necesidades de
algún paciente.
Llegó el día esperado me puse en marcha con un
maletín con instrumental por que de eso no se había hablado, y me llegué hasta el consultorio, no quieran preguntarme
como llegué pero ahí estaba. Asombrado estaba cuando veo mucha gente en la
puerta de mi flamante consultorio que los mismos vecinos me lo habían
instalado, al cual yo todavía no lo había visto.
Ya voy de asombro a asombro, por fin entro al
consultorio no antes de saludar a esa gente que iban a ser mis pacientes,
buenos días doctorcito era lo que mas escuchaba, y eso me halagaba.
El equipo dental ya instalado, un sillón dental
de los primeros que se usaron por lo que vi me pareció que lo había traído
Colón, una salivadera, por último como adornando el equipo un TORNO a PEDAL en
ese momento no sabía si llorar o reír, nunca pero nunca yo había trabajado con
ese torno, poco a poco me fui adaptando a trabajar con ese material, está claro
que lo hacía mientras había luz natural que entraba por un gran ventanal, no
todo era malo alguna ventaja tenía.
Este relato, esta historia se va entrelazando
con otras muchas historias como si fueran anillos de una gran cadena, pero esos
cuentos los voy a relatar más adelante.
QUE TRISTE Y AMARGA SERÍA LA VIDA SIN EL DULCE SABOR DE UNA SONRISA
alejandrobojor@gmail.com....ALEJANDRO CAPLAN
Me encantó.
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